Gerardo Herrera Huizar

El no particular estilo de gobernar

La tortuosa relación con EU se amalgama con la serie de problemas internos que viene enfrentando el gobierno en lo social y en lo político, generados, en su mayoría, por la obstinación de continuar con los designios heredados.

México vive momentos críticos en todos los órdenes de la vida nacional, en lo político, en lo económico y en lo social, como no se tenía registro en el pasado reciente, tanto en el ámbito interno como en el entorno internacional y todo catalizado, no solo por las presiones ejercidas desde Washington, sino por la manera doméstica de hacer política.

La cadena de eventos que se han venido sucediendo, a partir del traslado misterioso de dos relevantes personajes del mundo criminal de México hacia los Estados Unidos con la aparente complicidad de personalidades políticas locales que desató la violencia en Sinaloa, hasta los recientes hallazgos de centros de adiestramiento del crimen organizado en Jalisco, han dado muestra de la descomposición social en diversas partes del país y la creciente influencia de las bandas criminales que se robustecieron durante los últimos años y ahora representan serios desafíos a la paz social y a las propias estructuras gubernamentales.

Los frecuentes escándalos de corrupción en la clase política y las sospechas de colusión entre miembros de esta y los criminales, que ya han sido hechas públicas de manera enfática por políticos norteamericanos, no solo ponen en entredicho la sanidad y pulcritud del ejercicio público en los tres órdenes de gobierno, sino que abren la puerta a una injerencia externa más directa y evidente, particularmente, de los Estados Unidos.

Fentanilo y migración son los temas relevantes del interés norteamericano en la relación con México y la presión económica y política, el instrumento para lograr sus objetivos, a los que el gobierno mexicano ha correspondido colaborativamente, aunque siempre enarbolando, para consumo interno, la defensa de la soberanía.

La tortuosa relación con el vecino del norte se amalgama con la serie de problemas internos que viene enfrentando el gobierno en lo social y en lo político, generados, en su mayoría, por la obstinación de continuar con los designios heredados, en un derrotero que ha propiciado la confrontación interna, aunque se convoque, públicamente, a la unidad, entre los cuadros más relevantes del propio movimiento en el poder, con el afán aparente de obtener mayor capital político para intereses propios y que, por su naturaleza, constituyen, como ya se ha visto, obstáculos a las decisiones del Ejecutivo.

Las decisiones que se han venido tomando desde la máxima tribuna sobre temas como la elección judicial o la desaparición de órganos autónomos, así como el manejo de asuntos que adquieren relevancia social: los centros de reclutamiento en Jalisco, el tratamiento a los colectivos de búsqueda de desaparecidos, la protección a políticos señalados por presuntos delitos, son en su conjunto asuntos que tornan nebuloso y complejo el panorama interno, pero que, a la vez, ofrecen una imagen gubernamental poco confiable hacia el exterior.

Lo que sucede en lo doméstico brinda municiones a presiones externas; la ropa sucia no solo se lava en casa.

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