Gerardo Herrera Huizar

Rediseño institucional y contingencia

El rediseño institucional, la cuarta transformación de la vida pública de México, se verá sometida a duras pruebas en lo económico, político y social, que deben ser estimadas y evaluadas.

La transformación de la vida nacional, bandera de la actual administración, enfrenta retos de dimensiones mayúsculas, de difícil pronóstico, dada la coyuntura económica y social que sacude al mundo.

Ningún rediseño institucional puede ser enteramente terso, aún con una planeación esmeradamente detallada, con claridad de objetivos, metas y acciones perfectamente definidas. Siempre tendrá que lidiarse con las naturales resistencias al cambio, habrá de enfrentarse a la reacción de sectores diversos por las consecuentes afectaciones que la reingeniería produce en cualquier organización, con mayor razón y dimensión, cuando se trata de la organización estatal.

Los imponderables siempre estarán presentes, circunstancias imprevistas que obligarán a la modificación de las proyecciones, al cambio de rumbo y al ajuste de lo previsto, para darle una razonable viabilidad al plan originalmente concebido, riesgos que de alguna manera son posibles de advertir, escenarios probables que, en un ejercicio acucioso de prospectiva, pueden determinarse y delinear estrategias para su contención en caso de que se presenten.

Pero cuando aparecen en la escena eventos catastróficos, de difícil o imposible consideración previa, las cosas pueden dar vuelcos dramáticos y dar por los suelos con los planes mejor diseñados, cuyos efectos serán más sensibles durante el proceso de cambio estructural.

A nivel global, la emergencia sanitaria originada en China y la drástica caída de los precios del petróleo, han tomado a México por sorpresa y amén de la crisis de salud que ya se abate sobre el país, se pronostica una severa afectación económica durante y después de la epidemia.

Hasta ahora, el gobierno ha emitido un mensaje optimista, confiando en que saldremos airosos del panorama que se antoja sombrío, pero la incertidumbre y los primeros impactos adversos sobre el tipo de cambio, la Bolsa, el precio del petróleo y la inversión, son poco alentadores.

Así las cosas, el rediseño institucional, la cuarta transformación de la vida pública de México, se verá sometida a duras pruebas en los meses por venir, en lo económico, político y social, que deben ser estimadas y evaluadas, en medio de la ya amenazante ola de contagios en paulatino aumento, para definir ajustes de fondo o continuar por la misma ruta.

Lo verdaderamente difícil está por venir.

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