Gerardo Herrera Huizar

Un día sin ellas, el poder de la ausencia

La tendencia feminista es un fenómeno global, que encuentra en nuestro país poderosas razones para nutrirla y robustecerla, dadas las condiciones de creciente inseguridad en que nos encontramos inmersos y los altos niveles de impunidad.

No sólo es la expresión del hartazgo ante la violencia cotidiana que padecen las mujeres en México, de la que dan cuenta innumerables sucesos que rayan en la crueldad y el horror, no sólo es el justo reclamo de seguridad, de justicia y de igualdad. En el fondo, constituye un abierto desafío al Estado y a la conciencia social.

La enardecida movilización de mujeres mexicanas ha encontrado eco y solidaridad en prácticamente todos los sectores de la sociedad: medios de comunicación, empresa, academia, particular y activamente en el sector estudiantil y, con sus altibajos, en el ámbito gubernamental, ubicándose como el tema más relevante de la agenda pública.

El volumen y el tono de la protesta ha ido en aumento, con una inusitada capacidad de convocatoria que se ha vuelto viral con gran rapidez y ha colocado a la autoridad como el foco fundamental de su demanda, motivando, ante la contundencia de las manifestaciones, a un paulatino ajuste de la posición gubernamental con respecto al movimiento.

No podía ser de otra manera, la tendencia feminista es un fenómeno global, que encuentra en nuestro país poderosas razones para nutrirla y robustecerla, dadas las condiciones de creciente inseguridad en que nos encontramos inmersos y los altos niveles de impunidad, que proveen incentivos a los criminales para cometer todo tipo de fechorías, pero particular y explícitamente, cuando las víctimas son mujeres y niñas.

A las multitudinarias expresiones abiertas de las últimas semanas, a la toma de la calle con el reclamo de justicia y respeto a sus derechos, incluidas las registradas en diversas partes del territorio el día de ayer, con motivo del Día Internacional de la Mujer, habrá de seguir, el día de hoy, una nueva forma de reclamo, quizás más contundente por su naturaleza y efectos. A la presencia masiva seguirá la ausencia, el retiro de toda actividad, que habrá de tener, sin duda, un impacto tanto o más sonoro que la estridencia en las calles.

La ausencia de la mujer en la actividad cotidiana será, paradójicamente, la voz que más se escuchará, la visibilización de su sitio, de su espacio y relevancia en el entramado de la sociedad y tendrá impacto no sólo económico, sino fundamentalmente político y social, dependiendo del éxito de la convocatoria de los colectivos y de la respuesta femenina.

Todo parece indicar, hasta el momento, que el llamado al paro, a "Un Día Sin Mujeres" este 9 de marzo tendrá una respuesta exitosa y solidaria, incluso entre los varones, no sólo por ser lo políticamente correcto, sino por el significado y la repercusión que ello tendrá para la sociedad toda, una sociedad sometida por la violencia y la inseguridad, en la que es hoy la mujer, con enérgico aplomo, la que exige respeto, dignidad y justicia.

No sería difícil que el ejemplo mexicano cunda y se asimile en otras latitudes como una forma radical de protesta. Nuestra solidaridad con su exigencia.

COLUMNAS ANTERIORES

El Estado, en disyuntiva
Treguas, elecciones y más

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.