Millones de estadounidenses están locos por las armas. Aquí en Estados Unidos hay más armas que personas. Aquí un joven entre los 18 y los 21 años no puede comprar legalmente una cerveza, pero sí puede adquirir fácilmente un rifle de asalto o varios si tiene dinero para hacerlo y se le antoja.
La industria de fabricación y comercialización de armas es la principal responsable de alimentar y avivar el fuego de un consumo desmesurado de pistolas, rifles, cuernos de chivo, granadas, uniformes, artículos promocionales, etcétera. Como un rifle o una pistola pueden durar toda la vida, esta industria ha encontrado caminos para despertar el deseo de sus consumidores por comprar más y más, con lo que el negocio sigue creciendo.
Como lo ha escrito Andrew Exum en The Atlantic “las armas de fuego se pueden transmitir de generación en generación. Entonces, para cumplir con los objetivos de crecimiento, los fabricantes deben encontrar formas de asustar o motivar a las personas que ya poseen armas de fuego para que compren más. Durante décadas, estos fabricantes de armas de fuego han convencido, tanto de manera sutil como no tan sutil, a los blancos de que necesitan comprar arsenales para protegerse de las personas de color. Más recientemente, gracias en parte a varios tiroteos perpetrados por esos blancos fuertemente armados, la gente de color ha respondido armándose en mayor número, lo que debe deleitar a los fabricantes de armas de fuego”. Y así el círculo demencial que explica por qué después de los más escandalosos tiroteos masivos, la venta de armas en lugar de decrecer aumente sustancialmente.
Esta industria ha sido profundamente eficaz para conectarse con emociones profundas y valores establecidos en el DNA de millones de estadunidenses. Su ‘brazo armado’ es la perversa Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés), que ha logrado transformarse de una agrupación de cazadores en el Siglo XIX en una verdadera máquina de lavar cerebros y presionar y/o comprar políticos en el siglo XXI.
El guion que siguen en sus diversas y constantes campañas publicitarias es un coctel que mezcla la defensa de la libertad individual, la cultura de autodefensa, la paranoia de ser atacados por las minorías o por el propio gobierno y especialmente la defensa ‘sagrada’ de la segunda enmienda constitucional que declara el derecho a portar armas.
De locos es la ‘solución’ que se machaca en los medios del ecosistema conservador, con Fox News a la cabeza –la cadena más vista en la Unión Americana– que proponen que la mejor forma de enfrentar los tiroteos masivos es contar con más personas armadas, incluyendo a los maestros en las escuelas.
La frase mágica que se propone es “a good guy with a gun” (una persona buena con un arma) y eso es lo que se necesita para acabar con los malos armados.
Esta retórica absurda puede ser combatida con el sentido común, como lo hacen las palabras de la nueva secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre: “Estados Unidos tiene más armas que personas en este país. Si más armas fueran realmente la solución, seríamos el país más seguro del mundo. Pero no lo somos”.
Cuatro de cada 10 hogares tienen al menos una, pero es clave señalar que esta locura por las armas no es generalizada, como lo exponen los datos del Pew Research Center, una mayoría significativa de estadounidenses apoya la verificación de antecedentes previo a la venta de un arma (81 por ciento), la prohibición de cargadores de municiones de alta capacidad (64 por ciento) y la prohibición de armas de asalto (63 por ciento).
Es aquí donde conectamos con otra ‘locura americana’, la de un sistema de representación política totalmente sesgado para que una minoría pueda imponer sus decisiones y puntos de vista a la mayoría.
Presidentes que no ganan el voto popular, Trump no ganó el voto mayoritario, pero logró colocar a tres jueces de un total de nueve en la Suprema Corte y un Senado donde los demócratas representan a ¡40 millones ciudadanos más! Y ya para colmo la regla del filibuster, que necesita la aprobación de 60 senadores para que una ley pueda ser votada.
Como ha señalado Ronald Brownstein: “de esta manera el control de armas es uno de los muchos temas en los que la opinión de la mayoría en la nación se topa con el obstruccionismo, que le da un veto sobre la política nacional a una minoría de los estados, la mayoría de ellos pequeños, en gran parte rurales, predominantemente blanca y dominada por republicanos”.
Y como en esa ‘America minoritaria’ las armas son un tema relevante, es alucinante observar que más de 100 anuncios televisivos de candidatos republicanos y grupos de apoyo han usado armas como temas de conversación o motivos visuales. Las armas se alardean, se disparan o se habla de ellas. Todo esto acompañado de lemas como “Babies, Borders and Bullets” o “I Believe in Jesus, Guns and Babies”.
Son esos votos los que aseguran que no avancen las leyes necesarias para disminuir las muertes causadas por armas de fuego que hoy ya superan a los accidentes automovilísticos, que fueran la principal causa de muerte entre la población de cero a 24 años.
La locura por las armas y la de un sistema político que no representa a sus mayorías seguirá pintando de rojo, con sangre en las manos, las casas, las calles, las escuelas, los centros comerciales, las iglesias y los hospitales de Estados Unidos.
El autor es CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.