En el espejo de Washington

España, en el ‘Potro’

El miedo, rechazo o animadversión dirigida a alguno de los extremos ha sido la emoción reinante, no solo durante el proceso electoral sino sobre la vida política española de los últimos años.

El cuerpo, acostado sobre una plancha conectada a un torno, está atado de pies y manos. El torso y la cabeza están en el centro. El dolor es causado cuando el torno gira y, al hacerlo, jala las extremidades en sentidos diferentes, usualmente dislocándolas y en ocasiones hasta desmembrándolas. Así está España.

El resultado de las recientes elecciones en España genera una situación paradójica. El miedo a los extremos minoritarios, ya sea a la derecha radical de Vox o al separatismo inconstitucional de los catalanes de Junts, oculta una realidad fundamental: los partidos de centro derecha (Partido Popular) y de centro izquierda (Partido Socialista Obrero Español) obtuvieron el 74 por ciento de los votos en el Parlamento.

Es paradójico, porque una voluntad popular mayoritaria hacia los partidos considerados “de Estado” se ve en la necesidad de dialogar, pactar e incluir las demandas, programas y personajes de las fuerzas minoritarias, lo cual, a la vez, es muestra de una democracia robusta y una sociedad donde todas las personas ven que su voz y sus intereses están representados en la vida política.

En España se habla poco o nada de fraude electoral, de reglas no claras, de desobediencia a las normas. Los votos cuentan y se cuentan sin sobresaltos ni cuestionamiento sobre su legitimidad. Valioso en comparación con los retrocesos en Estados Unidos o nuestro propio país.

El miedo, rechazo o animadversión dirigida a alguno de los extremos ha sido la emoción reinante, no solo durante el proceso electoral sino sobre la vida política española de los últimos años.

Para poder formar y encabezar el gobierno, en España es necesario tener una mayoría absoluta del total de los 350 asientos del Congreso o una mayoría simple en una segunda ronda de votación entre los diputados.

Aunque el PP obtuvo el mayor número de votos (136 asientos) solo tenía un partido “cercano” al cual acudir para intentar la investidura, pero ni con los asientos ganados por el ultraderechista y nostálgico del franquismo Vox (33 asientos) le alcanza (le faltaron cinco para lograrlo).

Al quedarse corta la derecha, crece la posibilidad de que sea el gobernante PSOE (136 asientos) quien tenga la gran posibilidad de encabezar de nuevo el gobierno, siempre y cuando obtenga el apoyo de todas las otras formaciones políticas que obtuvieron lugar en el Congreso, las cuales rechazan al PP, especialmente por sus pactos con Vox.

La preocupación principal en España y en toda Europa era que un partido antieuropeísta y heredero del franquismo pudiera integrarse al gobierno. Poco faltó, pero no sucedió.

En un extremo del “Potro” está Vox, con malas relaciones con todas las otras fuerzas políticas, incluyendo al PP, con quien ha pactado en varios gobiernos regionales. Vox es la expresión española de las fuerzas políticas que combaten el derecho al aborto, la equidad de género, los derechos LGBTQ+, los movimientos migratorios y los efectos del cambio climático, entre otros temas afines a la agenda progresista.

Vox busca confrontarse con todas las otras fuerzas, por ejemplo, ante la posibilidad de que Pedro Sánchez sea de nuevo presidente, su líder Santiago Abascal lo ha acusado de “ser investido con el apoyo del comunismo, el separatismo golpista y del terrorismo”.

La asociación con Vox ha sido radioactiva para el PP y factor esencial para la resurrección desde las cenizas de Sánchez y el PSOE tras de los devastadores resultados de las elecciones municipales, las cuales precipitaron la jugada de convocar a comicios anticipados.

Esta resurrección debe mucho al enorme rechazo que genera Vox (bajó 3 puntos porcentuales con relación a las elecciones de 2019) en múltiples sectores y grupos de la sociedad española.

En el otro extremo del “Potro” están los separatistas catalanes de Junts (siete asientos), el partido del prófugo Carles Puigdemont que organizó el referéndum ilegal para separar a Cataluña de España. En sus manos está bloquear o dejar pasar la investidura de Sánchez.

La principal línea de ataque del PP a Sánchez consiste en asociarlo con estas fuerzas separatistas que amenazan con la fragmentación territorial de España, un tema nada menor.

De hecho, le acusan de que podría pactar la amnistía de independentistas y un referéndum de autodeterminación. Los socialistas lo niegan rotundamente, pero todo el liderazgo del PP y Vox no quitan el dedo del reglón y siguen dándole vuelta al torno. Por ejemplo, la número dos del PP, Cuca Gamarra, ha dicho que por pactar y lograr la buscada abstención de los siete votos de Junts, “la capital de España ya no sería Madrid, sino Waterloo”, lugar de la actual residencia de Puigdemont.

Democracia y conflicto no son antagónicas, de hecho, el espacio y las reglas democráticas son el lugar civilizado para defender principios e intereses en una constante pugna. La clave aquí es saber exponer las diferencias y procesarlas mediante la competencia, pero también a través del diálogo y la negociación.

España vive jaloneada por sus extremos, pero solo a través de la política y el respeto a la ley podrá disminuir el tormento. Será hasta después del 17 de agosto que podamos ver cómo se ha reacomodado el poder a través de un nuevo gobierno o incluso ante la necesidad de convocar a nuevas elecciones.

El autor es CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

Guido Lara

Guido Lara

CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

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