Durante estos días de septiembre la ciudad de Nueva York se pone aún más frenética y caótica que de costumbre al recibir a las delegaciones de los países miembros de la ONU que se reúnen en su Asamblea General.
La Asamblea de este año ha destinado una sesión especial para abordar el conflicto Rusia-Ucrania. El lugar estelar lo ha ocupado Volodymyr Zelensky. El agobiado líder ucraniano ha sido una vez más un extraordinario vocero de su causa.
Invitado recurrente a los parlamentos de los países más importantes del mundo, el líder ucraniano ha logrado desplegar una narrativa épica que acompaña a la sangre, sudor, lágrimas, muerte y destrucción que sufre su gente ante la unilateral agresión de Vladímir Putin.
El mensaje de Zelensky es claro y ha lanzado dardos a diestra y siniestra.
Ha señalado las limitaciones de la ONU para defender a un país que un miembro de su Consejo de Seguridad (¡Orwell!) quiere borrar del mapa y engullírselo. Ha subrayado la disfunción que se deriva de que Rusia tenga poder de veto de cualquier resolución y ha abogado para que se le retire dicho poder al país agresor. Cambio ni remotamente factible, pero que sirve para desprestigiar a Rusia y a la vez evidenciar las limitaciones de la propia ONU.
Zelensky no ha dejado el cuchillito de palo y ha propuesto que un Estado sea suspendido como miembro del Consejo de Seguridad “cuando recurre a la agresión contra otra nación violando los principios de la carta de la ONU”, y ha sugerido mecanismos para lograr que los asuntos se puedan llevar a la Asamblea General para que todos los países miembros puedan votar con la posibilidad de anular el veto de cualquiera de los cinco países que tienen el carácter de miembros permanentes (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, China y Rusia). No va a pasar, pero el testimonio ahí queda.
Con su impresionante capacidad para vincular a otros países a su causa, ha dejado ver con claridad que, además de la “criminal e injustificada” guerra contra su país, la agresión rusa nos afecta a ti y a mí. A todos nos angustia el riesgo de una guerra generalizada en el centro de Europa y la tentación de escalar el conflicto desplegando armas nucleares.
Aunque Zelensky le reconoció a la ONU los buenos oficios que han impedido una tercera guerra nuclear, a la vez ha señalado que hay otras esferas en las que hasta ahora ha sido incapaz de detener las guerras regionales.
Además de los tanques, los drones y las ametralladoras, Rusia agrede con otros mecanismos: juega con el hambre del mundo al obstaculizar el comercio de granos y fertilizantes; amenaza con desestabilizar a Europa al estrangular el suministro de gas y petróleo; secuestra niños para chantajear a sus familias; extorsiona con la posibilidad de liberar radiación de la planta nuclear de Zaporizhzhia y seguramente no cejará en sus intentos de desestabilizar las democracias occidentales con sus acciones de desinformación y confusión en las redes sociales.
Mientras el discurso de Zelensky pronunciado en la más alta tribuna internacional llega a todas las capitales del mundo, en nuestro país escuchamos una discordante excusa oficial desde la palestra de la conferencia mañanera sobre la muy desafortunada participación de un pequeño contingente del Ejército ruso en el desfile conmemorativo del 16 de septiembre.
La reacción y el cuestionamiento no se hicieron esperar en las múltiples voces de la sociedad mexicana, pero especial atención merece lo dicho por la embajadora ucraniana en México, Oksana Dramaretska, quien en las redes sociales cuestionó directamente al presidente: “Desfile Cívico Militar en CDMX, mancillado por la participación de un regimiento ruso: sus botas y manos de criminales de guerra están manchadas de sangre ¿Cómo de coherente es sr @lopezobrador su política de neutralidad y su condena de la agresión contra mi país?”
Un nuevo ejemplo de la indefinición, confusión y empequeñecimiento que ha caracterizado la política exterior del gobierno saliente del presidente López Obrador, que por quinto año consecutivo ha preferido resguardarse en la comodidad del espacio controlado de la mañera que acudir a Nueva York a representarnos.
Mientras Zelensky le habla al mundo, la pregunta es ¿a quién le estamos hablando nosotros?
El autor es CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.