Ha corrido mucha tinta sobre la concentración de la riqueza y ninguna solución, por una sencilla razón: la distribución desigual de riqueza e ingresos es coherente con la desigual estructura del poder.
Desde hace décadas se estableció un nexo nocivo entre economía y política en el diseño de políticas pensadas y operadas para consolidar una distribución de los beneficios en favor de los grupos que detentan ese poder, a costa del resto.
El mentado neoliberalismo no vino más que a profundizar esos vínculos en todo el mundo y con acento, en México.
Decía AMLO que iba a separar el poder político del poder económico, pero hasta ahora lo que parece estar ocurriendo es una confrontación con la élite empresarial, con altos costos para las dos partes; el hecho es que mientras no cambie la estructura del poder, mientras el poder económico no pierda peso determinante en las políticas públicas, la concentración de la riqueza y de los ingresos seguirá siendo una formidale traba al crecimiento y una amenaza a la estabilidad social y política, como viene ocurriendo en México y en otros países.
¿Quiénes viven en las alturas del poder económico en México? En la edición del 24 de agosto de la revista Expansión aparece un artículo firmado por Miguel Basañez y Fernando Cortés que tiene dos propósitos claros: enfrentar a los lectores de la revista, dirigida al mundo de los negocios, a la riqueza e ingresos del 10 por ciento de las familias y acercar la lupa al uno por ciento de los muy ricos, y segundo, preguntarse ¿qué hacer? y sugerir algunas acciones.
Según la encuesta de ingresos y gastos de los hogares del Inegi 2018, que abarcó poco más de 35 millones de familias, pertenece al 10 por ciento con mejores ingresos en el país quien gane, por lo menos, 35 mil pesos mensuales para sostener una familia de cuatro miembros.
Basañez y Cortés subdividen ese décimo decil -al que pertenecen 3.5 millones de familias- en otros diez niveles, para ver que en el círculo del uno por ciento, el de las 350 mil familias más ricas del país, están quienes ingresan desde 100 mil pesos mensuales como mínimo, hasta cifras inimaginables.
Entre las familias económicamente más poderosas, los ingresos no son tan importantes como el valor de sus activos; siguiendo los cálculos y datos del Credit Suisse Research Institute, de los anuarios de Forbes y del investigador de la Cepal, Miguel del Castillo Negrete, Basañez y Cortés subdividieron el uno por ciento de la cúspide en 10 fracciones, de las cuales dan cuenta de cinco círculos en los que habitan las familias más poderosas.
Al primero pertenecen 350 mil familias que tienen al menos un millón de dólares en activos (círculo de bronce); al más exclusivo club de 35 mil familias pertenecen aquellas que valoran su riqueza en al menos 10 millones de dólares (círculo de plata); hay 3 mil 500 familias en México con 50 millones de dólares en activos que conforman el círculo oro y 350 familias que tienen más de 250 millones de dólares en activos y se mueven en el círculo platino.
Muy por encima de todos ellos están las 35 familias que según la revista Forbes, cuentan con activos mayores (en varios casos, varias veces mayores) a 1000 millones de dólares. La lista Forbes 2021 de las familias mexicanas milmillonarias está en https://www.forbes.com.mx/edicion-impresa-a-los-multimillonarios-mexicanos-les-pego-mas-el-covid-19-coronavirus-que-la-4t/
Donde mejor se observa el nexo vicioso entre el poder económico y la política pública es en la estructura fiscal; la mexicana destaca internacionalmente como una de las de más baja recaudación. El Estado tendría que abocarse a negociar una reforma fiscal en serio, porque las desigualdades que crea el funcionamiento del mercado pueden y deben ser corregidas por una estructura fiscal del Estado que fuera adecuada a ese propósito, y la nuestra está pensada para favorecer la concentración, no la distribución equitativa de riqueza e ingresos.
Sin embargo, el presidente López Obrador ha decidido que con sólo abatir la evasión y los privilegios impositivos será suficiente. Al tiempo.