Contracorriente

México no es patio trasero

No es que el presidente López Obrador haya recibido malos tratos en Washington, es que no fue en visita de Estado, sino de trabajo.

La mayoría de las críticas al viaje de López Obrador a Washington bordan sobre la idea de que el presidente fue políticamente degradado con faltas intencionales del gobierno estadounidense al protocolo, e infieren que tales faltas fueron una forma de cobrarle que no hubiera acudido a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles.

Me parece una interpretación desinformada y que pasa superficialmente por la dinámica y formas con las que se resuelven las relaciones económicas, geopolíticas y los impactos en política interna de cada país que tiene la compleja relación entre México y Estados Unidos.

No es que el presidente López Obrador haya sido maltratado, es que no fue a Washington en visita de Estado, sino a una visita oficial de trabajo en la que aplica un protocolo mucho más sencillo; por ejemplo, no corresponde que se le hospede en la Casa Blair como se hace en las visitas de Estado, sino en el Hotel Lombardi.

No fue López Obrador al Congreso, ni tuvo encuentros con académicos o consejos editoriales de grandes periódicos, porque sólo fue en una visita de trabajo. En ese carácter, tampoco se salen el anfitrión y su huésped al Jardín de las Rosas a dirigir el mensaje que tengan que dar, sino que en esta ocasión lo hicieron sentados en la Oficina Oval, lugar en que estuvieron trabajando.

Acerca de los acuerdos que se estén negociando entre comitivas de los dos países, recuerdo que decía un diplomático que se publica al día siguiente lo menos importante, se registra en acuerdos lo que puede alcanzar mayor importancia, pero lo verdaderamente trascendente no se divulga en cualquier momento, sino hasta que se considera pertinente hacerlo.

El cambio de agenda política del gobierno mexicano, el más hondo de los últimos cuarenta años, alcanza a las relaciones de México con Estados Unidos en las posiciones económicas, geopolíticas, legislativas y de política interna.

Eso debe haber puesto a trabajar a varias comisiones. López Obrador ha reiterado que la economía mexicana tiene su mayor estímulo en el TMEC (aunque debería tenerlo en los inversionistas nacionales); ha insistido también en la conveniencia de fortalecer la competitividad de la región norteamericana para hacer frente al poderío tecnológico de otras regiones, que claramente encabeza China.

También ha insistido López Obrador en que la mayor integración económica de Norteamérica implique un mejor reparto del valor agregado entre los países, y que “no signifique hegemonía ni sometimiento”, a lo que Biden respondió que “Nosotros vemos a México en pie de igualdad con Estados Unidos” en tanto que país soberano.

El tema central de esta reunión era el migratorio, que por encima de cualquier consideración económica o política, conlleva un terrible sufrimiento social que puede atenuarse en buena medida con regulación que dé certezas. Veremos si eso que pidió López Obrador prospera en el Congreso y gobierno estadounidenses.

Lo que tiene mayores posibilidades de avanzar más pronto, se trató en el desayuno con empresarios mexicanos y estadounidenses. México requiere acrecentar las inversiones productivas, pero los capitales nacionales, en vez de crecer vienen disminuyendo desde 2015 por razones de rentabilidad y mercados.

En cambio, las inversiones extranjeras en actividades productivas o comerciales, estadounidenses y españolas principalmente, han crecido casi 10 por ciento más durante los primeros tres años del actual gobierno de lo que aumentaron en el primer trienio de Peña Nieto.

Con relación al desayuno de ayer con el CEO Dialogue US-México, según el canciller Marcelo Ebrard, “el presidente López Obrador informa que las inversiones de empresas de EU en nuestro país que serán efectuadas entre esta fecha y 2024 suman ya 40 mil millones de dólares. Buenas noticias para México”.

El mensaje es que las inversiones foráneas siguen interesadas en invertir en México, y lo están haciendo a un ritmo mayor que los capitales nacionales.

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