Contracorriente

Desdolarizarse

El dólar se impuso en los acuerdos de Breton Woods como la moneda de pagos internacional, porque su valor lo respaldaban las reservas de oro más grandes del mundo.

Mientras Estados Unidos combate a China en la arena tecnológica de los microprocesadores y en la de aranceles mercantiles, su rival asiático sigue una estrategia para debilitar al dólar como moneda de pago prácticamente única en el comercio internacional, y va ganando terreno.

La intención es “desdolarizar” el comercio entre naciones y fortalecer al yuan en su lugar; la enorme importancia de la desdolarización del comercio internacional es que Estados Unidos perdería uno de los factores clave de su hegemonía global que tiene desde la posguerra; el dólar se impuso en los acuerdos de 1944 en Breton Woods como la moneda de pagos internacional, porque su valor lo respaldaban las reservas de oro más grandes del mundo.

Pero al paso del tiempo, EU había impreso tantos dólares que hizo imposible la paridad de 35 dólares por onza de oro, así que en 1971, Richard Nixon desconoció el acuerdo de convertibilidad de Breton Woods. No había opción: había un exceso de dólares en circulación porque el déficit comercial de Estados Unidos se había disparado y a diferencia de cualquier otro país deficitario —México, por ejemplo—, en vez de pedir prestado para cubrirlo, EU sólo tenía que echar a andar la máquina impresora de billetes.

El exceso de moneda circulante de cualquier otro país significaría su devaluación; tras la decisión de Nixon, los bancos centrales del resto del mundo se enfrentaron a la disyuntiva de denunciar la falta de soporte de los dólares en su poder y provocar su depreciación total, o hacerse de la vista gorda y seguir usándolos como reserva monetaria internacional.

En las décadas siguientes a 1970, el sistema financiero mundial tuvo como único sostén los dólares que EU seguía emitiendo en exceso para sostener su excesivo nivel de consumo, lo que planteó la depreciación del dólar como un enorme riesgo que corría el sistema financiero y la economía de todos los países.

El riesgo se canceló cuando Washington consiguió, en 1975, que todos los países de la OPEP sólo aceptaran dólares en pago por sus ventas de crudo; cualquier país que compre petróleo ha estado obligado desde entonces a comprar primero dólares, con lo que el petróleo sustituyó al oro como soporte del valor del dólar.

Así las cosas, el propósito chino de debilitar al dólar como dinero mundial, se enfoca al comercio de materias primas y particularmente del petróleo; Brasil y China, por ejemplo, firmaron el 29 de marzo pasado un acuerdo para sustituir al dólar con sus respectivas monedas en sus intercambios mercantiles; hay que tomar en cuenta que China es el principal socio comercial del país sudamericano.

Por su parte, al presidente francés, Emmanuel Macron, declaró durante su visita de Estado de tres días a China la semana pasada, que Europa debe hacerse de una “autonomía estratégica” como requisito para convertirse en una “tercera superpotencia”, y que para financiar esa estrategia, Europa tiene que reducir su dependencia de la “extraterritorialidad del dólar estadounidense”.

China introdujo en la bolsa de Shanghái, desde 2017, contratos de futuros de crudo denominados en yuanes, con la facilidad de convertir esos yuanes en oro. Rusia también está en la estrategia de socavar el monopolio del dólar como dinero mundial; tras las sanciones que le fueron impuestas por la guerra de Ucrania, Moscú le está exigiendo a países a los que les vende gas que le paguen en rublos.

En un paso más importante que cualquier precedente, China -que compra más de 25 por ciento de las exportaciones de petróleo de Arabia Saudita- está en conversaciones con ese país árabe para pagarle con yuanes y que le exija a otros compradores que le paguen en yuanes y no en dólares; a cambio, China ha estado ofreciendo asistencia técnica al reino saudí para el desarrollo de misiles balísticos, proyectos de energía nuclear e invirtiendo directamente en diversas actividades productivas.

Si además de Rusia, Arabia Saudita y otras economías petroleras abandonan el dólar como moneda de cambio en el comercio petrolero, Estados Unidos tendría el mayor desafío a su hegemonía y privilegios desde el fin de la II Guerra Mundial.

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