Contracorriente

El problema es económico, social y ético

El golpe a la economía mundial por la pandemia del Covid-19 hace necesaria la adopción de grandes cambios en política económica.

El golpe a la economía mundial por la pandemia del Covid-19 hace necesaria la adopción de grandes cambios en política económica; ningún gobierno ha podido evitar un gran número de bancarrotas empresariales usando medidas tradicionales.

Un cambio favorable es una mayor conciencia de que la recuperación exigirá enfrentar el presente y el futuro con ética social y ambiental. Es decir, se requerirán políticas diferentes para romper el círculo vicioso que caracteriza la crisis, formado por una mayor desigualdad, menor productividad, menor demanda y, consecuentemente, menores inversiones productivas, menos empleos y sí, efectivamente, mayor desigualdad y menor demanda.

Ese círculo perverso es económico, social, y obliga a revisar la forma en que las decisiones de política han cerrado -hasta ahora- las posibilidades de una recuperación con más participantes, más incluyente, más equitativa.

Desde marzo pasado, con la pandemia recién declarada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) indujo a los gobiernos a poner en marcha programas de apoyo fiscal y monetario para salvar empresas y familias; casi todos lo hicieron, con resultados dudosos hasta ahora.

Al gobierno de México se le critica porque sólo destinó a programas de salvamento el 1 por ciento del PIB; a pesar de ello, según el propio FMI, el PIB mexicano caerá 9 por ciento este 2020, igual que otras economías que gastaron y se endeudaron mucho más.

España es un gran ejemplo de la urgencia de cambiar diagnósticos y políticas; dedicó en marzo 100 mil millones de euros al otorgamiento de garantías para facilitarle a las empresas la obtención de créditos y que pudieran seguir trabajando, pero sin demanda las empresas no invierten y hasta reducen su producción, lo que hundirá el PIB español 12.8 por ciento este 2020.

En 2021 veremos si la opulencia española y la austeridad mexicana tienen efectos diferentes; las estimaciones del FMI son que la economía ibérica tendrá un repunte superior a 7 por ciento mientras que la mexicana quedará en la mitad, 3.5 por ciento.

Se ha criticado que el gobierno de México vaya a contracorriente del resto del mundo y le reclaman que siga una política desarrollista, sin consideración de la desigualdad en ingresos como primera causa del agotamiento del modelo neoliberal y de la crisis que hay que superar; el desarrollismo -política industrial, inversión pública, financiamiento accesible y demás-, sería necesario, pero después de destrabar la brutal concentración de riqueza e ingresos y detener la caída de la demanda.

Se requieren nuevos paradigmas. El informe 2020 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) considera la 'hiperdesigualdad' como una grave amenaza a la reconstrucción de la economía mundial, y como clave para superarla, pone énfasis en aumentar los salarios reales.

Y es que en todo el mundo capitalista, desde Alemania hasta Francia, Estados Unidos y México, la caída de los salarios abatió niveles de vida (y de consumo) en todas partes "producto de cuatro décadas de represión salarial", dice el informe de la UNCTAD.

El problema es económico y social, pero también ético a la hora de tomar las decisiones de gobierno: la crisis tiene dos componentes caídos: la oferta y la demanda. Las medidas clásicas ponen el énfasis en favorecer las inversiones que generan la oferta, cosa que el neoliberalismo llevó al extremo; el péndulo tiene que ir de regreso para actualizar la responsabilidad del Estado con el bienestar y la seguridad de la sociedad.

El primer paso, una vez superada la pandemia es, como dice la UNCTAD, subir los salarios; esta semana se habló mucho de que los salarios en México son los más bajos, no sólo de la OCDE, sino de casi toda América Latina, y el presidente adelantó que propondrá que el mínimo aumente 15 por ciento en 2021.

Rápidamente Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, espetó que el aumento salarial que propone AMLO lo pague el gobierno; como si no entendiera que la reanimación de sus negocios depende del fortalecimiento del mercado.

Feliz Navidad y que haya prosperidad en 2021.

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