Contracorriente

Muy festejado el T-MEC

AMLO lo festejó porque la 4T, como antes el neoliberalismo, necesita el marco disciplinario de un tratado comercial y de inversiones con EU y Canadá.

Quienes conocen el texto del 'Protocolo de Enmienda' del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), lo han festinado entusiastamente, cada uno por diferentes motivos e intereses.

AMLO lo festejó porque la 4T, como antes el neoliberalismo, necesita el marco disciplinario de un tratado comercial y de inversiones con EU y Canadá para dar certidumbre a inversionistas en áreas productivas.

El mensaje de certeza va dirigido, sobre todo, a las inversiones extranjeras, indispensables como portadoras de tecnología y de capitales necesarios para equilibrar la balanza de pagos del país.

Va dirigido también al gobierno estadounidense, ante el cual la 4T, igual que antes, exalta las ventajas de una integración regional de México, Canadá y Estados Unidos para competir en la economía global; ya sabemos que tal «integración» no es sólo económica, comercial y financiera, sino que también lo ha sido jurídicamente.

El Partido Demócrata estadounidense lo consideró el mejor tratado que ha firmado Estados Unidos, lo cual es una medalla que le cuelga a Trump, a quien está enjuiciando políticamente, porque eso fue, precisamente lo que el presidente ofreció que conseguiría, o sacaría a EU del TLCAN.

Lo que interesa a Trump del acuerdo con México es poder asegurar que el nuevo tratado impedirá que nuestro país siga "abusando" en su comercio con Estados Unidos, como lo habría hecho desde 1994. Eso significa que el T-MEC contiene medidas proteccionistas en favor de empresas estadounidenses, en contra de sus inversiones aquí y de diversas exportaciones mexicanas.

Ya veremos qué tan fuertes y operables son las exigencias a la economía y el comercio de México. Gustavo de Hoyos, director de la Coparmex, considera que haberlas aceptado es una traición a México.

Sin duda habrá negocios que pagarán un precio por el nuevo tratado, pero no hay que perder de vista que en una economía de mercado es precisamente el mercado el que manda, y que le va bien a quien introduce tecnología e innovaciones, como también es cierto que cuando se llega a una concentración extrema de la riqueza y del ingreso social, en vez de ser un factor de estímulo a las inversiones y al crecimiento, el mercado se hace estrecho y profundo, como un pozo. Hasta el Banco Mundial lo reconoce: una distribución equitativa del ingreso es condición de salud de una economía de mercado.

Si la política social actualmente en marcha distribuye efectivamente el ingreso vía empleo, salarios, salud, educación y vivienda y consigue un mejor equilibrio del bienestar entre los mexicanos, las empresas nacionales y no sólo las extranjeras, encontrarán estímulos en el T-MEC.

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