Ciudad Abierta

La familia, lo mejor de los fines de semana largos

El próximo calendario escolar contempla más puentes, lo que favorecerá al sector turístico, pero sobre todo, implicará la oportunidad de incrementar la convivencia familiar.

Desde finales de mayo pasado, la Secretaría de Educación Pública dio a conocer el calendario escolar de 190 días que regirá el ciclo 2019-2020, en el cual se estipula que habrá nueve días de convivencia familiar, entre los que se encuentran el 5 y 15 de mayo, y el 16 de septiembre.

Posteriormente, esta información se amplió para precisar que cada uno de estos días forma parte de lo que será un nuevo Fin de Semana Largo, o simplemente "puente", como siempre se les conoció.

Impulsados por la entonces secretaria de Turismo, Leticia Navarro, a propuesta de la Asociación Nacional de Balnearios, a principios del actual siglo, los Fines de Semana Largos vinieron a ser como oasis en medio del mar de escuelas y trabajos, con importantes repercusiones económicas dentro del país.

Sin embargo, aunque podemos hablar de datos duros, respecto a la cantidad de dinero que mueven estos periodos de asueto, hay otro aspecto que siempre me ha parecido muy importante, aunque no sea tan tangible: la posibilidad de que los padres tengan la oportunidad de más días para estar, convivir y disfrutar de sus cónyuges e hijos, y viceversa.

Por estas razones, cada vez que se da a conocer que habrá algún nuevo periodo vacacional, la noticia tiene repercusiones en distintos aspectos, empezando en lo económico en materia de turismo. Es por tal razón que el anuncio de que habrá tres nuevos puentes despertó el optimismo y alegría de más de un secretario de Turismo del país como, por ejemplo, Carlos Mackinlay, encargado del ramo en la Ciudad de México, quien celebró la noticia.

En general, el mundo turístico de México recibió con beneplácito la buena nueva, ya que los números que pronostica son para despertar el apetito de cualquier destino turístico: el primero será de cuatro días: del viernes 13 al lunes 16 de septiembre, que propiciará el movimiento, por lo menos, de un millón 652 mil turistas viajando por el país y gastando cuatro mil 653 millones de pesos.

El segundo se registrará hasta el próximo año, del jueves 30 de abril al martes 5 de mayo, en el que se prevé una afluencia de turismo doméstico de dos millones 155 mil viajeros, y una derrama de cinco mil 860 millones de pesos.

En tanto que el tercero, que disfrutaremos del viernes 15 al domingo 17 de mayo de 2020, estima la llegada de un millón 334 mil turistas a centros vacacionales de la República Mexicana, desparramando por todo el territorio tres mil 757 millones de pesos.

En conjunto, estos tres nuevos "puentes" elevarán la ocupación hotelera del país, en promedio, a 65.39 por ciento durante esos días, al recibir a cinco millones 101 mil viajeros que gastarán 14 mil 270 millones de pesos a lo largo y ancho del territorio nacional, prendiendo toda la cadena de producción y servicios de la industria turística.

Estas cantidades se sumarán a los cuatro mil 904 millones de pesos que se derramarán en el Fin de Semana Largo del 15 al 18 de noviembre; y a los cuatro mil 557 millones del puente que habrá del 31 de enero al 3 de febrero de 2020, que son los que corresponden al calendario escolar del presente y el año que viene.

Estos números están muy bien. Sin embargo, no hay que olvidar esa otra parte subjetiva, no cuantificable, que reside en los beneficios que se pueden alcanzar con cada día extra que tengamos para descansar de lo cotidiano, para no ir a la escuela o la oficina, y aprovechar ese tiempo para convivir con los nuestros, con quienes más queremos.

Por supuesto que si esa convivencia puede darse durante un viaje, pues mucho mejor; pero tampoco es indispensable en familia salir de la ciudad donde se vive para lograr estos acercamientos positivos. A quienes, por la razón que sea, no le es posible vacacionar en la playa, en alguna ciudad colonial o en algún balneario cercano a su residencia, no importa, la convivencia también puede darse en casa, comiendo juntos, platicando en la sobremesa, yendo a pasear dentro de la ciudad o platicando en la sala, lo que sea, pero en familia.

Quienes tenemos familia, sabemos lo importante que es esto. Qué bueno que estos nuevos y largos puentes dinamizarán a la industria turística, pero quizá haya que agradecer más que brinden la oportunidad de incrementar la convivencia familiar, que a veces resulta tan difícil de consolidar en estos días.

COLUMNAS ANTERIORES

Viajar de nuevo o… en busca del tiempo perdido
De cómo el Covid-19 ha cambiado el comportamiento de los viajeros, según la OMT

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.