Algunos historiadores consideran que el siglo XXI comenzó el 11 de septiembre del 2001, con los ataques terroristas a las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono en Washington DC.
Sin embargo, se podría argumentar que el siglo XXI comenzó dos años antes, en 1999, con el arribo simultáneo al poder en Rusia y Venezuela de Vladimir Putin y Hugo Chávez, respectivamente.
El reciente asalto a Israel por parte de Hamás es consecuencia, en muchos sentidos, de la serie de fenómenos que culminaron con los ataques de Al Qaeda a los centros financieros y políticos de Estados Unidos.
Si bien es cierto que el radicalismo islámico seguirá causando desastres y pérdida de vidas humanas, lo cierto es que el arribo de los populismos a la escena política mundial ha definido nuestro siglo.
Tras la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, pocos esperaban que regímenes populistas encabezados por líderes carismáticos y no pocas veces ridículos pusieran en jaque el consenso liberal que parecía haber llegado para quedarse.
A pocos años de haber llegado al poder en Rusia, el presidente Putin desplegó una exitosa estrategia de propaganda para expandir ideas populistas de la derecha extrema. Uno de los países donde estas ideas penetraron con más fuerza fue Polonia. La historia de esto ha sido contada en varios escritos por la periodista e intelectual estadounidense, Anne Applebaum. Tras el resquebrajamiento del régimen comunista del general Jaruzelski parecía que se había instalado en ese país una democracia liberal robusta. No fue el caso. El siglo XXI polaco ha sido hasta ahora el de los ataques al Poder Judicial, el regreso del antisemitismo y el del intento de desmantelar las jóvenes instituciones republicanas en ese país.
Por eso fue muy alentador que en las recientes elecciones, la oposición liberal y republicana haya vencido al Partido Ley y Justicia y sus aliados, que habían promovido los ataques a la democracia liberal polaca en los últimos años. Veremos cómo enfrenta el nuevo régimen democrático en Polonia el amago del régimen de Putin, quien indudablemente se encuentra debilitado debido a su desastrosa aventura en Ucrania.
Por su parte, en el hemisferio occidental, las elecciones en Ecuador también trajeron noticias afortunadas. En efecto, el empresario liberal, Daniel Noboa, derrotó a la izquierdista del establishment ecuatoriano, Luisa González.
Así como Polonia fue víctima del virus populista de la derecha extrema de Putin, Ecuador había sido presa del populismo de la izquierda radical de Chávez. Nada de esto fueron buenas noticias para Ecuador, que no pudo durante este siglo arribar a un mejor nivel de desarrollo. Pero con Noboa al mando parece abrirse una senda más optimista para el futuro de ese país sudamericano.
Esperemos que los casos de Polonia y Ecuador se conviertan en la chispa que genere el crepúsculo del populismo y un nuevo amanecer de la democracia liberal en el mundo.