Traducción solicitada a María Fonseca Paredes (maria.fonseca@tec.mx) para su difusión en los medios de comunicación mexicanos.
Podría haber una salida a esta pandemia si pudiéramos ver más allá de lo que creemos sobre la transmisión y el manejo de la enfermedad. La transmisión asintomática y por partículas sólidas suspendidas en el ambiente se han manifestado como puntos ciegos; la transmisión a través del aire contaminado puede considerarse un tercer punto ciego, y no menos importante.
Desde el principio, el mensaje de quienes tienen autoridad ha sido coherente: mantener la sana distancia, lavarnos las manos constantemente, usar el cubrebocas cuando estamos cerca de los demás y en caso de un rebrote, quedarnos en casa. Todo esto ha sido necesario, pero a juzgar por la persistencia de la enfermedad, insuficiente.
Podemos identificar a este enfoque como Transmisión de Nivel 1: que es la exposición directa a un individuo que se identifica como infectado. Sin embargo, algunos científicos han señalado que existe otro enfoque de la transmisión identificado como de Nivel 2: que es indirecta, a distancia, resulta asintomática y las partículas sólidas permanecen en el ambiente. Las personas que no muestran signos de infección pueden infectar a otras, y la gente puede infectarse también a través del virus que se adhiere a las diminutas gotitas (llamadas "aerosoles") que permanecen activas en el aire a más de dos metros de distancia de donde se originaron.
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud reconoció estos puntos ciegos, al menos en teoría; en la práctica parece solo enfocarse en la Transmisión de Nivel 1. Es decir, los cubre bocas deben usarse en presencia de otras personas, aunque parece no poner atención suficiente a las afectaciones de salud provocadas por las partículas llamadas "aerosoles".
En marzo, un equipo de científicos en Italia informó que el virus podría adherirse a partículas de aire contaminado. Si es así, es posible que pueda viajar mucho más lejos, tal vez incluso mas allá de una ciudad contaminada. Este hallazgo, informado esporádicamente pero no seriamente considerado, podría ser de gran importancia, ya que ayuda a explicar una serie de anomalías asociadas con la pandemia.
Por ejemplo, aunque se pueden encontrar casos de Covid19 en casi todas partes, los brotes han tendido a ser más concentrados. Los diez brotes tempranos más grandes (en China, Estados Unidos, Italia, España y Alemania) ocurrieron en áreas de gran contaminación.
Además, los estudios sobre lo ocurrido en algunos cruceros y residencias de adultos mayores han encontrado altos niveles de contaminación en el aire interior. ¿Podrían las condiciones de este aire ayudar a explicar por qué se han producido brotes tan importantes en algunas de esas instalaciones, incluso donde las personas estaban en confinamiento? ¿Y por qué terminaron abruptamente los primeros brotes en Wuhan y Corea del Sur? El Nivel 1 indica que las personas encerradas no pueden transmitir el virus; la contaminación, de acuerdo con el Nivel 2 de transmisión, advierte que las personas que están en confinamiento dejan de contaminar. Si esto es cierto, la reapertura de una economía podría provocar la segunda ola de la pandemia.
El humo es una forma de contaminación que ha estado curiosamente presente en una serie de brotes destacados: especialmente alrededor de las plantas porcinas en Estados Unidos, en los mercados al aire libre chinos donde asan patos, en la embajada estadounidense en Riyad después de una barbacoa de cumpleaños y en el cierre de varias estaciones de bomberos en Toronto. También se cree que los combatientes de los incendios forestales tienen un mayor riesgo de infección. En la India, con cremaciones tan frecuentes, ¿podrían enfermarse más seres humanos como consecuencia de la incineración creciente de personas?
¿Por qué el virus en el aire contaminado debería ser diferente del que circula en el aire interior limpio? Por tres razones. Primero, las corrientes en el aire exterior pueden llevar las partículas conectadas mucho más lejos. Mientras que en el interior, el virus puede alojarse en toda la habitación, en el exterior puede propagarse por una ciudad. Si pueden circular en un café, ¿por qué no pueden extenderse a una terraza contigua? Entonces, ¿qué tal una serie de terrazas a lo largo de una calle? Y finalmente, ¿a través de una ciudad contaminada con muchas calles de este tipo?
La segunda razón se sugiere en un estudio sobre la elevada incidencia de la gripe cuando los agricultores brasileños quemaban sus desechos. El autor explicó que los rayos ultravioleta del sol, que normalmente inactivarían el virus, estaban bloqueados por el techo de humo denso. Por supuesto, lo mismo podría suceder en una ciudad contaminada, permitiendo así que el virus, transportado por "aerosoles" que viajan en el aire, permanezca activo durante períodos de tiempo más prolongados.
Y tercero, existe evidencia de que las personas con exposición prolongada a la contaminación no solo son menos capaces de hacer frente a la infección, sino que también tienen más probabilidades de contraerla, porque ese aire ha comprometido su sistema inmunológico.
Al poner todo esto junto, resulta imperante considerar a la contaminación como factor de riesgo en el manejo de esta pandemia. De hecho, es una situación más seria de lo que se ha estado manejando; es decir, ¿será prudente abrir nuestras economías y nuestras escuelas y esperar lo mejor? ¿¡Alguna estrategia!?
Nos enfrentamos a una decisión diabólica: matar nuestras economías manteniéndolas cerradas o abrirlas a riesgo de matar a más de nosotros mismos; a elección. Salvemos nuestras economías y para ello, regresemos a nuestros hijos a la escuela como primera línea de ofensiva, en algunos lugares sin las propias medidas de protección que las autoridades nos han exigido respetar todo el tiempo. ¿No hemos aprendido de los brotes en residencias para personas mayores?
Durante seis meses, he tratado de encontrar explicaciones con respecto a la contaminación y su impacto en las infecciones de esta pandemia, con epidemiólogos y reconocidos líderes de opinión. La respuesta obtenida, una y otra vez: "No hay pruebas suficientes", ¿y esto comparado con esperar lo mejor mientras llega una vacuna?
Esto es lo que podría ser la base de una estrategia integral. Para empezar, no debería aún permitirse el ingreso de personas a los edificios (un niño en una escuela, un trabajador en una planta u oficina, un espectador en un estadio) que no hayan sido certificados como libres de "aerosoles" o micropartículas que transportan el virus. De igual forma, los procesos industriales que producen fuertes cantidades de humo deben suspenderse hasta que se realicen pruebas para garantizar que no sean fuentes de infección. Durante un brote, las personas que se encuentran en las cercanías de aire contaminado, al aire libre como en espacios cerrados, solas y en grupos, deben usar cubre bocas para su protección.
Sobre todo, debemos acabar con la contaminación. ¿Así? Sí, por varias razones. De manera más inmediata, hacer esto podría permitirnos evitar las segundas olas. Ahora bien, si supiéramos que se estaría reconociendo la Transmisión de Nivel 2, otra historia podría contarse, pero no parece ser factible en el corto plazo. Debido a los cierres, algunas ciudades se encuentran libres de contaminación: deben permanecer así. Y muchas otras han avanzado bien, gracias al uso de reciclaje y formas de energía más limpias, así como a la promoción de patrones modificados de traslados (uso de vehículos menos contaminantes, usar bicicleta o caminar, por ejemplo). El cambio de los sectores de manufactura a servicios de la economía también ha ayudado a reducir la contaminación, al igual que la regulación de los grandes contaminadores. Para los que permanecen, seguramente los cierres selectivos tienen mucho más sentido que las aperturas sin restricciones.
Al detener la contaminación, podemos incorporarnos en un camino de beneficios para todos más allá de esta pandemia. Sabemos que el aire contaminado ha estado matando a muchas personas durante muchos años y que el cambio climático matará a muchas más. Una de las grandes ironías de esta pandemia podría resultar ser la oportunidad sin precedentes que brinda para abordar una amenaza mucho más grave. Tómalo y nuestra madre tierra que ha tenido suficiente de nuestro calentamiento, estará eternamente agradecida.
Henry Mintzberg 2020, under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License. See also a tale of three infections. HM is Cleghorn Professor of Management Studies at McGill University and the author of Managing the Myths of Health Care (more questioning of the correctness) and Rebalancing Society. (2 September 2020) .