Hiram Almeida
Para nadie es ajeno que el año que concluye fue un año que marcará la memoria, la conciencia y la vida de todos. Al inicio del mismo, las expectativas del futuro del país estaban en ciernes, era un año que se pensaba sería político y enmarcado en las capacidades de nuestra nación para realizar el pleno ejercicio de la democracia; todo ello, previo al ejercicio electoral. Posteriormente, los resultados del mismo, las decisiones de una sociedad para determinar a sus gobiernos, gobernantes, representantes populares, asombraron por su contundencia y lo claro del desenvolvimiento del ánimo social, decantado en las urnas en aras de satisfacer las demandas de necesidades y expectativas de cambio, volcándose éstas en un solo sentido.
En este año que concluye, también destacaron algunas notas como la celebración del Mundial de futbol de Rusia, donde Francia fue campeón, pero fue fundamentalmente la seguridad la que permitió la celebración de un evento de tal naturaleza de forma pacífica, ante la preexistencia de ataques terroristas en el mundo.
El año que concluye alcanzó para consolidar la creación de un nuevo tratado comercial de nuestro país con América del Norte; igualmente, la detención por parte de las autoridades del Estado de México de un feminicida con más de 20 víctimas en su actuar criminal; las reparaciones del Cutzamala y los consabidos cortes de agua; el juicio en Estados Unidos de Norteamérica a El Chapo Guzmán; la caravana de migrantes centroamericanos con rumbo a nuestro vecino del norte; la entrada de la sonda Voyager 2 al espacio interestelar, saliendo de nuestro sistema solar; el ataque a la casa del cardenal Norberto Rivera; el descubrimiento de importantes yacimientos de petróleo en el Golfo de México; la aprobación legislativa del uso de la mariguana con fines lúdicos y, por último, la tragedia de la caída del helicóptero en que viajaba la gobernadora de Puebla y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle, que en paz descansen.
Todo ello fue parte de un año en el que también se resintieron las consecuencias del sismo de 2017. Y, personalmente, un año fuerte en la toma de decisiones, mismas que me llevaron a dejar uno de los cargos más relevantes que he desempeñado, el de secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México y que ha sido uno de los honores y orgullos más altos; renunciar al mismo, en respeto a mis convicciones y mi visión de lo legal o justo, principios fundamentales del desenvolvimiento profesional y ejes existenciales de cualquier persona; en estos cambios personales hoy se denotan nuevos retos y rumbos que habrán de consolidarse al crisol del trabajo y del esfuerzo por ser mejor y servir a la nación bajo otra óptica.
De igual forma, nuestro país sufre grandes transformaciones. La voluntad popular favoreció a un nuevo gobierno, mismo que a su vez presenta un nuevo estilo y método, con nuevos objetivos y nuevos y antiguos retos por resolver. Es por ello que, como sociedad, debemos comprender el presente, dejar de lado la visión de incertidumbre del inicio de este 2018 que concluye, y sumarnos en todas nuestras capacidades hacia el normal desenvolvimiento de nuestra nación.
Este 2019 representa un año de consolidaciones, el ejercicio de la democracia plena de una población debe sin duda continuarse en la vida cotidiana en el pleno ejercicio de derechos y cabal cumplimiento de deberes; los grandes retos de la democracia incluyen transformaciones, la justicia social o distributiva es fundamental, el fortalecimiento de la soberanía ante los nuevos embates doctrinales del extranjero o empecinadas visiones, como la construcción de un muro, que tienden no sólo a descomponer una relación entre países, sino además a generar enconos étnicos raciales y regionales que, a la larga, pueden ser irresolubles, e, igualmente, la creación de políticas en los estados de origen de los migrantes para solucionar de fondo las cosas.
Un reto más lo representa el pleno ejercicio de todas las libertades y el respeto a las garantías individuales consagradas en nuestra Constitución, en la cual se plasmaron los objetivos más altos de los individuos; el respeto a los derechos humanos y la pretensión de la salvaguarda de las garantías individuales, se hacen necesarias como eje o vertiente de cualquier diseño de política pública. Recuperar la confianza y transformar la pasividad de los inversionistas que permitan el libre flujo de capitales ajenos a cualquier incertidumbre, así como entender que invertir en lo social es viable también. Combatir la inseguridad en cualquiera de su formas y expresiones, así como los niveles de exacerbada violencia y flujo de armas, son un reto indiscutible para brindar certeza a la sociedad, debiéndose entender que la sociedad es un derecho en el cual las poblaciones mismas tendrán que trabajar con cualquier forma de gobierno, estatal o municipal; fundamentalmente los temas de prevención quedaron pendientes en anteriores legislaturas; el sancionar el arma de fuego con un penalidad mayor, atendiendo a que el uso de ésta es más una forma de incrementar la conducta homicida, que el derecho contenido en una ley reglamentaria.
Éstos son pues, algunos de los retos para la nación; recordemos que como Estado, estamos conformados por población, gobierno y sus territorios, y en la población recae la soberanía del Estado que emana del pueblo mismo, principio noble y certero que se consagró desde los Sentimientos de la Nación, de José María Morelos y Pavón, en 1813.
Somos un país neodemocrático en ciernes, dada la hegemonía de un partido en el poder, emanado de épocas postrevolucionarias del siglo pasado, lo cual hace que forzosamente nos cueste trabajo aún ejercer la libertad en todas sus formas y expresiones y disentir y asentir en relación con lo nuestro. 2019 deberá ser un año de unidad y resultados, la contienda política electoral y los señalamientos y enconos de campaña deberán hoy traducirse en acciones, cuyos resultados sean para el bien de la gente que vive y habita en esta nuestra gran nación mexicana.
El triunfo de la democracia es real y latente, démonos el espacio de disfrute más allá de partidos o convicciones, cosechemos espacios de gozo y armonía, encontremos en el Derecho, el instrumento fundamental para ello. El Derecho es dinámico, cambiante, vigente y capaz de regular cualquier tipo de convivencia social, y los principios de un Estado tenderán al bien común de una sociedad. Bajo esa lógica nos encontramos ante una oportunidad de cambio; esperemos, confiemos y sumémonos todos a generar un México mejor, un gobierno mejor, una sociedad mejor y una vida mejor. En la espera de un feliz año 2019 para todos.