En los últimos 24 meses, el papel del financiero dentro de las empresas evolucionó y redefinió de una forma nunca vista. El tener a cargo las finanzas de las empresas operando bajo entornos VUCA (por sus siglas en inglés) volátiles, inciertos, complejos y ambiguos, obligó a los financieros a plantear estrategias de financiamiento arriesgadas y poco convencionales, las cuales han sido, si bien no la mejor alternativa ante el control y gestión de riesgos, si han resultado para hacer frente a estos entornos con flujos de efectivo robustecidos.
Ante la contratación de cualquier pasivo vinculado al sistema bancario, estos en su gran mayoría están ligados a una tasa de interés determinada por pagar, ya sea bajo 2 esquemas: una tasa fija la cual es determinada de acuerdo con el perfil y al riesgo que implica la operación para el banco acreditante o en su defecto una tasa basada en el indicador de Tasa de Interés Interbancaria (TIIE) + un costo en puntos base “spread”.
En el segundo esquema de contratación de deuda bancaria es donde el sistema bancario cuenta con mecanismos que su función son aminorar los riesgos del acreditado para poder hacer frente al pago de sus obligaciones financieras, y es donde la complejidad y la sensibilidad del financiero juegan papeles críticos para poder contratar una cobertura de riesgos.
Una cobertura es cualquier operación financiera enfocada a aminorar el riesgo de un activo o pasivo financiero. Para realizarla se puede comprar o vender un activo financiero vinculado con la operación sobre la que se desea hacer la cobertura financiera.
Dentro del Comité Técnico Nacional de Finanzas Corporativas del IMEF, hemos discutido este tema y podemos concluir sin duda alguna que la contratación de coberturas resulta determinante para dar certeza sobre la viabilidad de pago y la continuidad del negocio frente a la contratación de deuda. Están diseñadas para evitar movimientos adversos en el costo del pasivo, juegan la misma suerte como un seguro contra las pérdidas.
Comúnmente y producto de lo mencionado al inicio de este texto, los riesgos naturales que se adquieren con la contratación de deuda ante entornos como los actuales, destacan los riesgos de tasas de interés y tasa de tipo de cambio, ambos resultan ser los más comunes al momento de buscar cubrir riesgos.
Para el caso del riesgo por tasa de interés, existen gran cantidad de productos y mecanismos disponibles de acuerdo con cada perfil de deuda, los más comunes son:
- SWAP: es un instrumento OTC “Over the counter” en el cual se intercambia una tasa variable por una tasa fija en determinados plazos del crédito contratado. El objetivo de este es minimizar el riesgo de tener una tasa de interés variable, con un costo inicial de cero, generando certidumbre sobre los costos de financiamiento.
- CAP. Se utiliza como un techo o límite superior de una tasa de interés a la que una empresa está dispuesta a pagar su crédito. Se aplica para limitar el riesgo de alza en la tasa de interés.
Dentro de las coberturas de tipo de cambio, la gran mayoría de instituciones financieras ofrecen:
- Contratos forward: el cual es un acuerdo privado de compra y venta de una divisa a futuro fijando hoy el tipo de cambio. Se establece el monto de la operación y la fecha en la que se concretará.
- Opciones: similar al anterior, aunque no representan una obligación, sino un derecho de adquirir un activo (que en este caso serían divisas), a un valor establecido con anterioridad y a cambio del pago de una prima por parte del comprador.
- Swap Cambiario: resulta del intercambio de un préstamo por otro en una divisa distinta. Ambos créditos deben ser equivalentes en monto y plazo. El canje puede ser del principal, de los intereses o de ambos.
Para el Comité técnico Nacional de Finanzas Corporativas del IMEF es sumamente relevante y esencial, contar con instrumentos de cobertura que mitiguen el riesgo y den certeza del cumplimiento de pago de las obligaciones contratadas, disminuyendo su exposición a riesgos exógenos.