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La flexibilización del mercado de deuda y las PYMES

Para que este tipo de financiamiento fluya es necesario que se diversifiquen las fuentes y sus alternativas de una manera más homogénea y extendida a todo tipo de negocios.


Por Víctor H. Vela G., Vicepresidente del Comité Técnico Nacional de Intermediación Financiera y Bursátil del IMEF. victor.vela@vhvconsulting.com

… El entorno parece complejo ¿cómo lo están afrontando las empresas?

En las salas de consejo de las empresas, la pregunta común de los empresarios y directivos es: ¿será el escenario actual, marcado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los confinamientos relacionados con el COVID en China, la subida de los precios, la desaceleración económica mundial y la posibilidad de una recesión global, una señal suficientemente clara como para hacer un alto, frenar los proyectos de inversión y crecimiento, y mejor esperar a que lleguen mejores momentos para la economía?

No obstante, este entorno complejo, la conclusión, casi unánime, termina siendo la misma; el mercado está ahí y seguirá estando, los retos siempre se han enfrentado y superado y ésta no habría de ser la excepción. Seguido al optimismo surge entonces la siguiente pregunta: ¿cuáles deberían ser las condiciones necesarias y las acciones estratégicas para enfrentar de mejor manera los retos de un escenario como el actual? Y la respuesta, también de manera unánime, termina siendo la misma: el financiamiento suficiente, eficiente y accesible.

Pero para que este tipo de financiamiento fluya a la mayor cantidad de empresas, es necesario que se diversifiquen las fuentes y sus alternativas de una manera más homogénea y extendida a todo tipo de negocios. Y es que, de acuerdo con cifras de la AMIB (Asociación Mexicana de Instituciones Bursátiles), en México existen 4.8 millones de unidades económicas, de las cuales sólo 1.8 millones están formalmente constituidas. De esas 1.8 millones de empresas sólo una tercera parte, es decir 600 mil, reciben financiamiento institucional a través del sistema financiero no bancario. Esto implica que existe una brecha importante de 1.2 millones de empresas, que reciben financiamiento para sus operaciones, capital de trabajo o para proyectos de inversión destinados al crecimiento, sólo de fuentes tradicionales; es decir, de los bancos.

Bajo el contexto actual de poco crecimiento en México y de altas tasas de interés, es importante que las empresas puedan acceder a esquemas más eficientes en términos de costo, plazo y condiciones para financiar sus proyectos en una perspectiva de más largo plazo. Así pues, esa diversificación de la que se hablaba anteriormente bien podría venir de los mercados de valores. Pero para ello, es necesario abrir espacios para que las empresas tengan el incentivo de colocar en estos mercados, mediante esquemas y procesos más expeditos, flexibles y baratos.

Para que esto suceda es necesario hacer cambios en la regulación existente, como los que recientemente presentó la AMIB y que anunció durante la celebración de su convención anual. Esta iniciativa, muy atinada y totalmente oportuna bajo el contexto actual de desincorporación de empresas en el mercado de capitales, busca promover un marco legal similar al que opera en otros países, Estados Unidos es el ejemplo, en donde las empresas tienen la posibilidad de colocar deuda y capital de una manera más flexible, ágil y económica, a través de esquemas como los bonos o notas emitidos bajo la Regla 144A que es una especie de oferta privada aprobada por la comisión de valores de ese país. En México opciones similares se podrían conseguir a través de los fondos de cobertura o fondos multiactivos.

Tal vez lo anterior explique, en gran medida, por qué muchas empresas estén prefiriendo a

Estados Unidos como destino para hacer sus colocaciones, ya que, además de que las valuaciones son más atractivas para las empresas, los procesos son más ágiles y sencillos.

De haber un cambio de reglas, en México se podrían listar deuda y capital simplificando los procesos dando acceso a inversionistas calificados sin tener que recurrir a los fondos de inversión como un mecanismo tradicional para financiar sus proyectos o su capital de trabajo.

Necesitamos urgentemente buscar esquemas que apoyen el desarrollo de las PYMES, ya que

son un importante motor de la economía mexicana. Es necesario invertir el ciclo de la demanda de valores en nuestro país para promover que los flujos internacionales inviertan en el mercado, generando demanda y, por lo tanto, una mayor valuación de las empresas.

Así pues, en el Comité de Intermediación Financiera del IMEF le damos la bienvenida a esta iniciativa impulsada por la AMIB, esperando que ésta sea bien recibida por parte de las autoridades regulatorias y que se le dé un tratamiento expedito y en sentido positivo.

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