Jaime Sanchez Susarrey

Prócer de la 4T

German Martínez afirmó que no está dispuesto a ser un director florero del IMSS. La pregunta, que ahora flota en el aire, es qué sí está dispuesto a ser.

La renuncia de Germán Martínez ha levantado ámpulas a diestra y siniestra. Unos le aplauden, otros lo denuestan. Hay incluso quienes lo ven como el parteaguas del gobierno de AMLO.

No deja de ser paradójico que un personaje tan relevante y cercano a Calderón haya experimentado una epifanía que lo llevó a sumarse a la campaña de López Obrador.

Y digo paradójico, porque durante el sexenio 2006-2012, AMLO empezó su larga travesía del desierto, enarbolando la denuncia del atraco electoral, calificando a Calderón –y todo su gobierno– como espurio, y asumiéndose como el presidente legítimo de la República.

Seis años después, durante su pasada campaña y ahora como Presidente de la República, no ha modificado un ápice su visión del sexenio calderonista. Ha agregado, eso sí, que en 2012 le robaron la presidencia, de nuevo, y que la victoria del pasado 1 de julio instaura el primer gobierno democrático en la historia moderna de México.

Sería, por lo mismo, muy interesante saber si Germán Martínez, al experimentar la epifanía, tuvo la revelación que Calderón se robó la elección y que él, ya como presidente del PAN, fue un cómplice activo. Y, también, si está de acuerdo con que la victoria de Fox, el 2 de julio de 2000, fue un truco barato.

En la misma tesitura, si lo anterior es cierto, hay que suponer que el expresidente del PAN hizo un acto de contrición y pidió perdón por sus pecados, que, de acuerdo con la cosmogonía de la 4T, no fueron menores.

Ciertamente, German Martínez no fue el único blanquiazul que cruzó las aguas del Jordán. Están, también, Gabriela Cuevas y otros. Y si la vista se voltea hacia el PRI, los arrepentidos y reconvertidos son muchos más.

Pero hay que subrayar que el caso de Germán Martínez fue relevante en la campaña, porque tuvo un doble efecto: a) fortaleció la idea de que AMLO había cambiado; b) alentó que muchos electores de centro y centro-derecha vieran con buenos ojos la candidatura del abanderado de Morena.

Todo esto viene a cuento porque la carta de renuncia de German Martínez señala a la Secretaría de Hacienda como la principal y única responsable de la crisis que atraviesa el IMSS, por los inmisericordes recortes presupuestales, y la acusa de practicar un neoliberalismo desbocado.

El problema está, como todo el mundo sabe, que la SHCP no se manda sola, sino sigue las instrucciones precisas y puntuales del propio Presidente de la República.

Tan es así que, después de la renuncia, AMLO le dio un espaldarazo público a Carlos Urzúa y criticó a los funcionarios que no aguantan nada y tiran la toalla al primer contratiempo.

Lo otro que llama la atención en la carta de Martínez es que suscribe la tesis del Presidente: el neoliberalismo está muerto y debe ser debidamente sepultado.

Respecto de este segundo punto, cabe asumir, en buena lógica, que el expresidente del PAN considera que la cancelación del NAIM, la abrogación de la reforma educativa, los embates contra la reforma energética, la suspensión de las subastas de energía sustentable, el uso del carbón y combustóleo, la construcción de Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía, son todas medidas consistentes con el combate al neoliberalismo, y son justamente lo que el país necesita.

No debe sorprender, por lo tanto, que no vea los efectos negativos que han tenido las medidas anteriores en los procesos de inversión y crecimiento económico, traduciéndose en altos costos presupuestales y su correlato: la furia en los recortes.

Porque si las políticas anteriores no se hubieran puesto en marcha, el gobierno de la República dispondría de recursos y medios suficientes para enderezar Pemex.

De hecho, en 2014, Martínez escribió: "Con asombroso tino los diputados perredistas organizaron en Palacio Legislativo unas pompas fúnebres por la muerte de Lázaro Cárdenas. ¡Acierto total! Efectivamente, la reforma energética 'lo mato', y ojalá, su obra, jamás resucite". Pero bueno, ya se sabe que primero cae un hablador que un cojo.

Como quiera que sea, German Martínez abrió de nuevo la boca, tronantemente, y afirmó que no está dispuesto a ser un director florero del IMSS. La pregunta, que ahora flota en el aire, es qué sí está dispuesto a ser en los tiempos de la 4T.

Por lo pronto, Martínez cuenta con la bendición de Yeidckol Polevnsky –simpatizante activa de Maduro– y su regreso al Senado se anuncia grandioso y luminoso. Todo un prócer, pues.

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