El día de mi cincuenta cumpleaños celebré una fiesta con cincuenta invitados.
A cada uno se le entregaron tres pequeños paquetes de confeti, cada uno con un color y significado diferente.
A las dos y media de la madrugada, hora en la que según el registro civil vine al mundo, los asistentes podían lanzar un puñado de confeti del color acorde al deseo que tenían para mí.
Veintinueve personas (58%) eligieron el azul; diecisiete (34%), el rosa, y tres (6%), el verde. Uno de los presentes se sintió incapaz de decidir y no lanzó ninguno, otro, por el mismo motivo, decidió lanzar un puñado (1%) de azul y otro (1%) de rosa.