De niño, recuerdo un cómic en el que Lex Luthor y Doc Ock se dirigen al espacio para tomar el control de una máquina meteorológica, con el fin de destruir toda la civilización a menos que a Luthor se le paguen 10 mil millones (billones) de dólares.
Es la primera vez que me hice consciente del poder que tiene el clima en nuestra supervivencia como especie. Nuestra dependencia de las condiciones climáticas es tan alta, que cualquier variación puede desequilibrar la cadena de producción y suministro del mundo y ponernos en una crisis, tal vez peor que la que estamos viviendo ahora con la pandemia.
Para muestra un botón; la semana pasada estuve en Monterrey, Nuevo León. En uno de mis trayectos el taxista tenía el radio sintonizando un programa de noticias, y el titular era que Monterrey solamente tendrá agua para pocas semanas. Cuando le pregunté al conductor sobre el tema, me dijo que el cambio climático global era la causa y aseguró que el fenómeno ya tenía de rodillas a la segunda ciudad más importante de México.
Automáticamente conecté la amenaza de Lex Luthor con lo que pasa en Monterrey y pensé que una de las inversiones más importantes de la humanidad tendría que ser en tecnología climática.
Me decidí a buscar literatura sobre lo que está sucediendo en el mundo en relación con esto y me di cuenta de que todo es un tema de conocimiento, resolución, predicción y control del clima. No voy a sacar a relucir mi espíritu Millennial para convertir esta columna en una denuncia sobre el cambio climático, al final ya está aquí y cada quién lo atiende con base en sus propios “demonios”. El cambio climático es lo que es.
Siempre he pensado que la humanidad eventualmente encontrará su camino y que todo lo que se puede solucionar, lo solucionaremos, aunque creo que la amenaza del clima la estamos llevando demasiado lejos y es momento de meter a las mentes más brillantes del mundo para arreglar lo que ya desarreglamos.
Necesitamos a los Lex Luthors del mundo, pero que en lugar de que controlen el clima para pedir rescate a la humanidad, la rescaten de la catástrofe que podría suceder si llegamos al punto de no retorno.
Lo que nos toca resolver es: ¿quién se va a hacer responsable? Y la iniciativa privada juega un papel muy importante, ojalá que con los avances tecnológicos que existen hoy, les sean suficientemente atractivos como para que pasen de ser parte del problema, a caer del lado de la solución, que en este caso tendría que ser tecnológica.
El autor es fundador y presidente del Consejo de Metrics.