Si WhatsApp es como el café con amigos; Facebook es como una fiesta que se alargó donde se hacen grupos por interés, algunos ya están pasados de copas y no falta la tía que siempre pregunta cuándo vas a tener novi@, te vas a casar o vas a tener hijos. En esta analogía, Twitter es la fiesta, después de la fiesta, el after, el antro donde todos ya están tan estimulados que sacan su verdadera personalidad, sea cual ésta sea.
Un día antes de que se venciera el plazo de compra, antes de que la negociación se tuviera que hacer en tribunales, Elon Musk, el “billonario activista”, cerró el trato de compra de Twitter. Que según sus palabras, no compró para obtener ganancias financieras, sino para tratar de ayudar a la humanidad.
“La razón por la que adquirí Twitter es porque es importante para el futuro de la civilización tener una plaza pública digital común, donde se pueda debatir una amplia gama de creencias de manera saludable”, dijo en un tuit dirigido a anunciantes de la plataforma, acusándolos de buscar incesantemente clics, lo que ha resultado en la polarización política extrema que hoy vemos en todo el mundo.
Musk aseguró que la nueva administración de Twitter pondrá un mayor énfasis en anuncios dirigidos, de alto valor, más parecidos a piezas de contenido pensadas, no como hoy en día, que acusa a las redes sociales por permitir la proliferación de “...anuncios de baja relevancia…” comparándolos con spam. Otro punto que va a atender es el discurso de odio que se vive dentro de la plataforma, que según sus palabras, divide a nuestra sociedad.
Musk también parecía entusiasmado con la idea de que los principales usuarios de Twitter reciban dinero por su contenido, como sucede en YouTube o TikTok. Pero su principal misión, según sus declaraciones, es que “...nuestra plataforma debe ser cálida y acogedora para todos, donde puede elegir la experiencia deseada de acuerdo con sus preferencias”.
Técnicamente, la promesa del infante terrible de la tecnología es que Twitter deje de ser el antro after party, o la “cantina de borrachos”, como también se le ha llamado a la red social, para ser “el mundo feliz” de las redes sociales. En lo personal, me entusiasma el experimento y creo que a varios inversionistas conmigo porque al momento de escribir esta columna, las acciones de Twitter subían en la bolsa.