Mientras los residentes de Acapulco se preparaban para enfrentar lo que se creía sería una tormenta tropical, el huracán Otis se transformó en un monstruo de proporciones históricas, dejando en evidencia las limitaciones de las herramientas de predicción actuales y planteando serias interrogantes sobre el impacto del cambio climático en la intensificación de estos fenómenos.
El huracán Otis, que pasó de ser una tormenta tropical a un huracán de categoría 5 en un tiempo récord, ha dejado a la comunidad científica sorprendida. Las herramientas de predicción, que suelen ser confiables, no anticiparon la intensificación explosiva de Otis, lo que resultó en un escenario de pesadilla: un huracán inesperadamente potente azotando en plena noche. La devastación a lo largo de la costa del Pacífico mexicano ha sido inmensa.
Acapulco, un popular destino turístico, esperaba una tormenta tropical, pero 24 horas después, Otis tocó tierra con vientos de 165 millas por hora, convirtiéndose en el huracán más potente que haya tocado tierra en el Pacífico Este. La velocidad con la que Otis ganó fuerza es alarmante. En solo 12 horas, su intensidad se duplicó, un fenómeno que, según los expertos, es inusual y preocupante.
La comunidad científica ha señalado que el fenómeno coincide con una tendencia documentada de huracanes que se intensifican rápidamente debido al calentamiento de las aguas, un efecto directo del cambio climático. Sin embargo, lo que ocurrió con Otis fue, en palabras del investigador de huracanes, Brian McNoldy (investigador asociado senior en Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas, Atmosféricas y Terrestres), “simplemente insólito”.
La pregunta que surge es: ¿por qué los modelos no predijeron esta intensificación? Los expertos apuntan a la falta de datos sobre la tormenta y su entorno, y a la falta de comprensión completa de lo que hace que una tormenta se intensifique tan rápidamente. El director del Centro Nacional de Huracanes, Michael Brennan, mencionó que Otis encontró un ambiente mucho más favorable de lo que se anticipaba: aguas cálidas y vientos que permitieron que la tormenta ganara estructura y fuerza rápidamente.
El cambio climático, impulsado por la actividad humana, está calentando nuestros océanos. Las aguas superficiales frente a la costa mexicana estaban cálidas, pero no extremadamente. Sin embargo, debajo de esa superficie, las aguas eran mucho más calientes de lo normal, proporcionando el combustible necesario para que Otis se intensificara como lo hizo.
La rápida intensificación de Otis no es un caso aislado. Estudios recientes han mostrado que hay más casos de intensificación rápida de huracanes de los que solía haber. El huracán Patricia en 2015 y Wilma en 2005 son ejemplos de esta tendencia. Estos fenómenos, según los expertos, son precisamente lo que esperaríamos encontrar a medida que el clima se calienta.
El comportamiento de Otis ha dejado en claro que, aunque las herramientas de predicción han mejorado, aún tienen limitaciones, especialmente cuando se trata de predecir cambios rápidos en tormentas más pequeñas. Lo que le ha demostrado a la comunidad científica este huracán es que no hay tormentas pequeñas y que los modelos actuales no son infalibles.
El huracán Otis es un recordatorio contundente de que el cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad presente. Las consecuencias de no actuar son y serán devastadoras. Es imperativo que tomemos medidas para combatir el cambio climático y proteger a nuestras comunidades de futuros ‘Otis’ que puedan surgir. Sobre todo en las zonas más vulnerables.
En un mundo donde la información se propaga rápidamente a través de plataformas como la red social X y TikTok, es esencial que se difunda información precisa y basada en la ciencia. La inacción o desinformación pueden tener consecuencias mortales, como lo demuestra Otis. Es hora de que tomemos en serio la amenaza del cambio climático y actuemos, en consecuencia, en lo que se refiere a los científicos, la comunidad tendrá que aprender de lo sucedido.
El autor es CEO de Metrics.