El 6 de enero a las 6:30 p.m. PT, el fundador y CEO de NVIDIA, Jensen Huang, subirá al escenario del CES 2025 con su icónica chaqueta de cuero y su inquebrantable visión. Desde sus humildes comienzos como lavaplatos en un Denny’s hasta fundar NVIDIA, la historia de Huang encarna innovación y perseverancia. Reconocido como el mejor CEO del mundo por Fortune y The Economist, y nombrado entre las 100 personas más influyentes por TIME, Huang ha liderado a NVIDIA hacia la cúspide de las revoluciones tecnológicas.
Hoy, NVIDIA impulsa avances en inteligencia artificial (IA) y computación acelerada, transformando sectores que van desde la salud hasta el entretenimiento. Con plataformas que soportan el 76 por ciento de las supercomputadoras más rápidas del mundo, y una comunidad de más de 5 millones de desarrolladores, la compañía ha redefinido el alcance de lo posible. Desde chatbots avanzados hasta fábricas hipersincronizadas, los productos de NVIDIA son el eje de la próxima generación de innovación tecnológica.
La historia reciente de NVIDIA es también la crónica de cómo desplazó a Intel como el proveedor de chips más avanzado y rentable para centros de datos. Mientras NVIDIA crecía impulsada por la IA, Intel enfrentaba desafíos financieros y tecnológicos derivados de una década de mala gestión y retrasos en procesos de fabricación. Recuerdo que, en el 2019, estando en Mobile World Congress en Barcelona, la tendencia era la que marcaba NVIDIA, el desarrollo de hardware exclusivo para habilitar a la incipiente inteligencia artificial.
En los últimos años, NVIDIA no solo ha demostrado un crecimiento sostenido, sino que ha capturado mercados emergentes gracias a sus GPUs diseñadas para aprendizaje profundo, como la serie Hopper. En contraste, Intel ha luchado por recuperar su competitividad, invirtiendo en nuevas fábricas y tecnologías avanzadas como EUV para reducir costos y mejorar márgenes. Mientras Intel está luchando por su vida, NVIDIA está lidiando con los retos de su ascenso meteórico.
La clave del éxito de NVIDIA ha sido su agilidad. La compañía identificó temprano el potencial de los modelos de lenguaje grande (LLMs), lo que le permitió capitalizar esta tendencia, mientras que Intel perdía terreno en mercados clave. En 2023, NVIDIA experimentó un crecimiento lineal en ingresos por data centers, alcanzando más de 20,000 millones trimestrales. Este impulso provino no sólo de hardware avanzado, sino de márgenes casi “tipo software” que maximizan la rentabilidad.
Por su parte, Intel promete que está en un camino de recuperación. Esto bajo el liderazgo de Pat Gelsinger, con el que busca retomar la delantera con tecnologías como el nodo 18A, que podría restablecer su camino y darle un respiro en el 2025. Sin embargo, parece que este renacimiento llega tarde y con un alto costo: ya que la división de fabricación de Intel reporta pérdidas operativas del 66 por ciento. Aunque el futuro parece prometedor, recuperar la confianza del mercado y cerrar la brecha tecnológica requerirá años.
La comparación entre NVIDIA e Intel subraya una lección clave en tecnología: el tamaño y la lentitud tienen un costo alto. Mientras Intel se enfocó en mantener grandes operaciones de fabricación, NVIDIA apostó por la más alta tecnología y especialización, por lo que logró dominar el mercado emergente de la inteligencia artificial con rapidez. Otra clave del éxito han sido las alianzas estratégicas de NVIDIA, por ejemplo, su alianza con Tesla, que comenzó en el 2014, con la integración de sus procesadores.
Hoy, los inversores ven en NVIDIA un ejemplo de crecimiento confiable, aunque con un precio más alto. Intel, en cambio, ofrece un caso de recuperación con potencial de grandes retornos si logra ordenar la casa operativamente hablando y diversificar sus negocios. La narrativa de estos dos gigantes ilustra una verdad inevitable en la industria tecnológica: para sobrevivir y prosperar, lo más importante no es ser grande, sino mantenerse ágil y rápido.