La inteligencia artificial (IA) puede brindar respuestas a problemas nacionales y, bajo esa premisa, cada vez son más los líderes en el mundo que la aplican para la toma de decisiones gubernamentales y políticas.
Sin embargo, el análisis sobre el impacto que la implementación de estas tecnologías tiene en la sociedad, y el dilema que conlleva la concentración de datos en entes privados resurgieron durante este 2020. Esto, en plena crisis por la pandemia, y luego de que Japón aceptó, a través de su primer ministro Yoshihide Suga, que se buscaba una alianza con la compañía Palantir.
No obstante, Japón no es el único interesado en apostar por la IA para reforzar sus políticas públicas ni el ejercicio del poder. La IA y los algoritmos están presentes ya en distintas áreas de los gobiernos, tanto federales, estatales y regionales, en países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, India, sólo por mencionar algunos.
Palantir es una de las más destacadas empresas surgidas en Silicon Valley, y se especializa en el análisis de big data. Cobró relevancia y valor por el trabajo que realiza, principalmente, con el gobierno de Estados Unidos desde hace varios años, brindando servicios a instituciones financieras, de inteligencia, defensa y salud.
Con la llegada del nuevo coronavirus, la compañía aprovechó la infraestructura ya existente para que investigadores pudieran reunir los datos de registros médicos electrónicos, a fin de tener un panorama mucho más amplio sobre el desarrollo de la pandemia, sus características y la proyección de posibles escenarios para la toma de decisiones.
En su sitio de internet, Palantir destaca y revela que "los gobiernos de todo el mundo están coordinando su respuesta a la pandemia de Covid-19 utilizando Palantir". Pero no sólo son los gobiernos quienes buscan este respaldo tecnológico; también una de las cinco principales farmacéuticas que trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV-2 acudió a la compañía para concentrar los datos que surgen a través del seguimiento a los participantes en las diferentes etapas de los ensayos clínicos necesarios para concretar una vacuna eficaz.
En este contexto, no son pocas las interrogantes que surgen: qué ocurre con aquellos gobiernos que no cuentan con los recursos para invertir en este tipo de tecnologías, cómo se garantiza la equidad; cuál es el alcance legal en la protección de datos personales, y cuáles los criterios éticos para establecer las operaciones sistemáticas que tendrán una repercusión directa y que impactan a toda una sociedad en conjunto.
El investigador de la Academia de Ciencia de Datos, Jheronimus Daan Kolkman, advierte que la implementación de la IA en los sectores gubernamentales plantea nuevos desafíos, puesto que no es fácil para los no expertos comprender cómo funciona la observación y manejo de los datos, situación que genera riesgos al depender de terceros.
Si el conocimiento es poder, ahora más que nunca será indispensable impulsar la transparencia gubernamental para tener certeza en cómo los datos determinan las políticas públicas de nuestro entorno social y político, y qué empresas intervienen en esa toma de decisiones.
El autor es fundador y presidente del consejo de Metrics.