La Nota Dura

Al final del túnel

No puede echarse en un saco roto este entusiasmo ciudadano por un cambio en la manera en la que se hace política en este país.

Convenció a 30 millones de mexicanos, en julio de 2018, de que con él en el gobierno se acabaría la corrupción. En varias entrevistas, cuando le pedían su plan de acción, su estrategia para la lucha contra los corruptos, contestaba siempre lo mismo: que "las escaleras se barren de arriba hacia abajo" y que sus funcionarios no mentirían y no robarían… para él y para millones de mexicanos más eso era suficiente.

Al llegar al gobierno no fortaleció el Sistema Nacional Anticorrupción; de hecho, sigue estancada la votación de magistrados en el Senado –donde su partido tiene mayoría–; cuando se le preguntó por los casos de posibles desvíos en sexenios pasados, dijo "borrón y cuenta nueva". Hoy Enrique Peña Nieto se disfraza en Nueva York mientras se pasea sonriente; casos como los de Manuel Bartlett y Carlos Lomelí, en Jalisco, comprueban que la 4T no está blindada de casos de conflicto de interés o funcionarios con decenas de propiedades; sin embargo, poco ha importado todo esto en la percepción, en este terreno López Obrador va ganando la lucha contra la corrupción.

Ayer se publicó el Barómetro Global de la Corrupción América Latina y el Caribe 2019, elaborado por Transparencia Internacional. El estudio realizado en marzo de 2019, sólo cuatro meses después de llegada de López Obrador al poder, muestra un cambio positivo, un estado de ánimo que nos hace pensar que la inercia corruptora puede cambiar.

Primero los números en 2017:

• 61% de los mexicanos pensaba que la corrupción había aumentado en el último año.

• 6% de los encuestados consideraba que la corrupción había disminuido.

• 51% reportaba que tuvo que pagar un soborno en México para acceder a un trámite o servicio público.

Este era el panorama en el penúltimo año de gobierno de Enrique Peña Nieto.

López Obrador inicia con números alentadores, con una idea distinta de gobierno. Insisto, en la percepción va ganando la batalla.

Los números de AMLO a marzo de 2019 son:

• 44% de las y los encuestados consideró que la corrupción en nuestro país había aumentado en el último año.

• 21% consideró que la corrupción había disminuido.

• 34% reportó que tuvo que pagar un soborno para acceder a un trámite.

En realidad, en cuatro meses no pudo haber cambiado mucho en los hechos, pero es cierto que su discurso repetido hasta el cansancio y su figura, hasta hoy considerada incorruptible, ha ayudado a cambiar la inercia del gobierno ratero y tramposo.

El dato que muestra de manera más nítida esto es el porcentaje de encuestados que consideran que el gobierno en turno está manejando bien o muy bien la lucha contra la corrupción: en 2017 era de 24 por ciento; este 2019 es de 61 por ciento.

No puede echarse en un saco roto este entusiasmo ciudadano por un cambio en la manera en la que se hace política en este país, lo hemos dicho en varias ocasiones, el gobierno de López Obrador ha trabajado las expectativas como ningún otro. Con estos números la decepción puede ser fatal, ojalá no suceda, por el bien de este país.

Las palabras le han alcanzado para que se perciba que por fin se detuvo el cáncer de la corrupción: con apoyo al SNA, a la Unidad de Inteligencia Financiera y con expedientes sólidos de la Fiscalía General podría resolver mucho antes de lo que pudimos haber soñado que nos parecía increíble: vivir libres de corrupción.

Ojo, sí ha habido un avance; sin embargo, el estudio abre con un dato innegable: nueve de cada 10 mexicanos siguen pensando que la corrupción es un problema para el país. Andrés Manuel recibió una buena noticia en un mar de corrupción; nada está ganado, sólo que al menos hoy pensamos que sí hay luz al final del túnel.

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