La Nota Dura

Cómo traducir un lindo día

Las aves de ciudad, las que muchos de nosotros mal llamamos plagas, han tenido que adaptarse a nuestra vida (algo que es difícil incluso para un bípedo pensante), escribe Javier Risco.

Brilla el sol, huelen a yerba y cantan los pájaros. Así dicen que son los lindos días que, desde hoy para mí, ya no serán iguales.

Ya no serán lo mismo las fábulas ni los cuentos.

Desde hoy tampoco son lo mismo para mí las hermosas observaciones acerca del lenguaje de los pájaros del poeta Juan Luis Martínez, en las que se aproxima a lo que las aves nos quieren decir y profundiza en nuestra humana imposibilidad para entenderlos, concluyendo que:

El lenguaje de los pájaros es un lenguaje de signos transparentes en busca de la transparencia… el silencio que se produce entre cada canto es también un signo, un momento del mensaje que la naturaleza se dice a sí misma. Los pájaros cantan en pajarístico; el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras.

Tampoco será lo mismo cada vez que escuche: "eres un gallina", "repites como loro", "matar dos pájaros de un tiro", "ave de mal agüero", "arpía", "buitre" "una golondrina no hace verano" y cualquier otra ornito-referencia.

Nunca tendría un ave como mascota, su canto no será lo mismo para mí. A partir de hoy el graznido es otro de los tantos idiomas que desconozco, quizás de los más lindos que he escuchado, pero que jamás podré hablar ni leer ni escribir, porque nadie lo traduce ni lo publica.

Jennifer Ackerman, es la humana que más ha acercado a solucionar nuestro impedimento de comprensión del pajarístico. Es la escritora que convirtió un libro acerca de las aves en un superventas. El Ingenio de los pájaros es un libro de divulgación científica publicado en 2016 que reúne y relata los avances que ha hecho la ciencia en el descubrimiento de la inteligencia de las aves, y la verdad es sorprendente, incluso escalofriante. Escalofriante porque cualquier descubrimiento que se hace de aquello que vive justo bajo nuestra nariz y que ignoramos, impacta.

Los pájaros siempre han ocupado un lugar secundario en nuestro animalario mental, a lo mejor es porque no les tememos, lo cierto es que justo frente a nosotros se realizan ritos extraordinarios, como dice Ackerman: los pájaros sienten, recuerdan y aman.

Pero no sólo eso, también hacen regalos, ocultan cosas, fabrican herramientas con las que luego construyen sus casas, pueden resolver problemas matemáticos y son capaces de expresar emociones y vivir procesos o trances tan particulares como un duelo o el enamoramiento, algo que creíamos tan exclusivo de nuestra especie.

Las aves de ciudad, las que muchos de nosotros mal llamamos plagas, han tenido que adaptarse a nuestra vida (algo que es difícil incluso para un bípedo pensante) y han encontrado soluciones asombrosas como aventar semillas duras a la calle, para que los propios carros las partan y ellas puedan comérselas.

En qué momento dejaron de maravillarnos; en qué momento nos olvidamos que son una especie cuya naturaleza es vivir en nuestro sueño máximo: volar.

Sin embargo, el spoiler del libro de Ackerman es terrible: según los informes que han arrojado las investigaciones se prevé que la mitad de las especies de pájaros se extinguirán en los próximos 50 años sólo en Estados Unidos.

A partir de ahora, al imaginarme un lindo día de parque subtitulado del pajarístico al español, pensaré que su canto es más cercano a un triste bolero que a un animado chachachá.

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