La Nota Dura

El desfalco

El 'modus operandi' era el mismo para todos: empresas creadas con credenciales de elector prestadas, robadas o compradas a personas de bajos recursos.

El paso de los años nos ha enseñado que el gran legado del sexenio de Enrique Peña Nieto fue la sofisticación de la corrupción. Creativos, hábiles y cínicos armaron redes para desaparecer dinero, desviar recursos públicos y beneficiar a empresarios y políticos de todos los niveles. De 2012 al 2018 florecieron y llegaron a su esplendor las empresas fantasma, las factureras, responsables de desvanecer miles de millones de pesos en segundos y evadir impuestos en cifras que aún desconocemos. De esta manera se produjeron robos como la 'estafa maestra' –a través de universidades públicas–; gracias a estos esquemas también vimos la voracidad de gobernadores como Javier Duarte, César Duarte, Roberto Borge y decenas de políticos más que se acumulan; también cientos de empresarios copiaron el formato y se llenaron sus bolsillos. En fin, en ese sexenio los corruptos descubrieron que miles de millones de pesos no cabían en ningún maletín, ni se podían amarrar con ninguna liga, que era necesario el traspaso multimillonario y hoy seguimos descubriendo con asombro el tamaño del desfalco.

El modus operandi era el mismo para todos: 'empresas' creadas con credenciales de elector prestadas, robadas o compradas a personas de bajos recursos. De pronto nos encontrábamos a la principal proveedora de productos de limpieza del gobierno veracruzano en un pueblo perdido de la sierra en una casa que apenas se sostenía, con dos personas sorprendidas por ser supuestamente los dueños de una empresa que recibió 3 mil millones de pesos en los últimos dos años. Así se desviaron miles de millones sistemáticamente, pensaban que era el robo perfecto… no lo fue.

Ayer se publicaron dos notas relevantes sobre este cáncer: una toca al equipo cercano del Presidente, y otra a empresarios que generaron cientos de empresas para crear redes de desvíos y evasión. La primera incluye a Alejandro Esquer Verdugo, actual secretario particular del presidente López Obrador. La nota firmada por el periodista Raúl Olmos, de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, señala que Esquer contrató a proveedoras fantasma para la campaña electoral de 2018, cuando era secretario de Finanzas de Morena. Esquer contrató a Ligieri de México S. A. de C. V. para proporcionar el servicio de logística en 15 eventos de AMLO en Puebla, y a ENEC Estrategia de Negocios y Comercio S. A. de C. V., para la colocación de propaganda; ambas empresas fueron incluidas este año, por el gobierno en curso, en el listado definitivo de personas morales que simulaban operaciones comerciales con fines de evasión fiscal, en pocas palabras empresas fantasma. La respuesta del Presidente a este reportaje fue un escueto "que investiguen", y una cascada de adjetivos a El Universal –quien llevó la nota en primera plana– llamándolo "pasquín inmundo" y criticando a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, donde trabaja Raúl Olmos.

El otro escándalo fue portada de Reforma: una red de 324 factureras utilizadas por empresas reales para esquemas de simulación, operaciones millonarias con empresas 'fachada'; los implicados, el exdirectivo de Omnilife y de Chivas, José Luis Higuera Barberi, así como las clínicas Láser Visión, del empresario colombiano-mexicano Manuel Ignacio Vejarano Restrepo.

El SAT ha emprendido una cacería brutal que ahora toca al círculo cercano del Presidente y a empresarios que permanecían en la oscuridad. Ojalá la lucha continúe, ojalá se investigue, pero sobre todo que se repare el daño causado, no basta el señalamiento, sino el regreso del dinero lavado y evadido.

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