Raúl Esquivel Carbajal, de más de 70 años, con más de dos mil bomberos a su cargo y carencias en equipo, salario y condiciones laborales, atendía a diario desde incendios, explosiones, inundaciones, volcaduras, hasta derrumbes e incluso retiro de panales de abejas o la atención en momentos tan complejos para la ciudad como el rescate de personas en derrumbes, como los ocurridos el 19S.
Entró a trabajar como bombero en 1969, en una ciudad aún adolorida por Tlatelolco, en una capital donde los ciudadanos no podían elegir a sus gobernantes, pero donde a diario se requerían manos capacitadas para ayudar.
Desde el 1 de agosto del 69, en que entró al Cuerpo de Bomberos, no para. Entra a las cinco de la madrugada y su jornada laboral termina hacia las 10 de la noche. "Los fines de semana sí llego un poco más tarde acá a las oficinas, como seis o seis y media de la mañana", dijo Esquivel Carbajal hace tiempo en una entrevista. Pasó más de tres décadas sin tomar vacaciones. Apagar fuegos y avisarlo por Twitter se convirtió en el pan de cada día.
En 2014, su entrega por la CDMX le hizo acreedor a la Medalla al Mérito en Protección Civil que otorga la Asamblea Legislativa, y en 2016 obtuvo el Premio Nacional de Protección Civil que otorga la Segob. Y tal como lo hizo su antecesor, Alejandro Aguilar López, Esquivel Carbajal pretendía irse de la corporación cuando los 50 años de servicio marcaran el tiempo de su retiro. Ayer, ese anhelo quedó trunco.
En medio de un conflicto laboral con el líder del sindicato de bomberos de Ciudad de México, El Jefe Vulcano, como todos lo conocen, colgó las mangueras y se bajó del carro. A petición del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, dejaría de liderar a los bomberos que dirigió durante 13 años y se convertirá en el nuevo subcomisionado de la Comisión de Reconstrucción, desde donde deje de ser la piedra en el zapato de Ismael Figueroa, el líder sindical que durante una década se convirtió en el fuego que Esquivel nunca pudo sofocar.
El pleito se agudizó en noviembre pasado, cuando por segunda ocasión y a la par de retrasos en la entrega de recursos para los bomberos, Esquivel fue presuntamente desalojado de su oficina por Figueroa.
Ismael Figueroa es secretario general del sindicato de los bomberos chilangos desde hace una década. Su nombre saltó al escenario público con más insistencia en 2016, cuando se postuló como uno de los 21 aspirantes independientes a ocupar un lugar en la Asamblea Constituyente que redactaría la primera Constitución capitalina.
En un sospechoso tiempo récord, logró reunir más de 93 mil firmas y estuvo en la boleta. 'El único independiente que hará la Constitución', presumía. Ese fue un lugar que consiguió con la promesa a sus agremiados de lograr que en la Carta Magna quedara una secretaría de bomberos que resolviera su principal demanda: mejores condiciones laborales y salariales.
Su independencia no duró nada. Inmediatamente después de que arrancó el proceso constituyente se unió a la bancada de aquellos que habían sido elegidos por el jefe de Gobierno. La máscara de sus lealtades ya no le cubría el rostro.
En los cuatro meses de elaboración de la Constitución, Figueroa subió a tribuna no más de 10 veces. Y claro, la promesa de la secretaría de bomberos se quedó en el aire.
Desde entonces, lo que hemos sabido de Figueroa, a través de las notas de prensa, va desde el acoso a los bomberos agremiados; la rivalidad con El Jefe Vulcano; señalamientos de acoso sexual y laboral que derivaron en 18 carpetas de investigación en la PGJCDMX, que no han avanzado; su detención por usurpación de funciones cuando mostró una credencial de diputado un año después de haber concluido su mandato, para evadir una multa de tránsito por intentar circular en sentido contrario con su camioneta de lujo y vidrios polarizados.
Ese líder sindical que presumió haber ganado elecciones como independiente, ahora irá por una curul federal de la mano del PRD y en alianza con el Frente. Una candidatura que el INE ya indaga tras las denuncias de los bomberos por obligarlos a cambiar su domicilio para votar por él, un delito que ameritaría hasta siete años de prisión. Un aliado fiel del jefe de Gobierno.
Dos líderes de una de las instituciones más respetadas de la ciudad: los bomberos. Dos lados opuestos del servicio público. Dos cercanos del gobierno que mostraron lealtad de forma diferente. Dos lealtades que merecieron un pago diferente. Uno, el del retiro anticipado. Otro, una candidatura federal.