Mañana será el último día de Alfonso Durazo en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Se cierra el primer ciclo de la nueva estrategia de seguridad planteada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y los números, como se podía anticipar, no muestran ningún "punto de inflexión" en la espiral de violencia ni el debilitamiento de los grupos del crimen organizado en todo el país. Bajo su gestión en México se registraron 65 mil 574 muertes violentas, y fue 2019 el año más violento en la historia del país, con 34 mil 669 homicidios dolosos y 959 feminicidios.
Sí, han pasado apenas dos años de la llegada del nuevo gobierno, nadie esperaba una solución pronta y expedita para traer la paz en este país inundado de rojo, pero al menos el inicio de un camino con una estrategia diferente, con una salida distinta a la militarización. Ayer en el programa de radio Así las Cosas, de W Radio, dio una de sus últimas entrevistas en el cargo y su despedida tiene tintes de un funcionario con los pies en la tierra y con la trágica realidad que no pudo superar. Habló de cómo costará años alcanzar un proceso de paz y repitió varias veces que era imposible hablar de resultados en un periodo de tiempo tan corto.
En la entrevista me detuve en la necedad por parte del gobierno federal de llamarle a la Guardia Nacional una organización de seguridad CIVIL cuando, de acuerdo con la evidencia, se trata de una fuerza enteramente militar –los nuevos reclutas son policías militares, los mandos son militares, los cuarteles son militares–, y aquí es tal vez el legado más contundente de Durazo en estos meses de acción, la aceptación de una estrategia que no cambia en el fondo y que mantiene un aparato militarista: "el proyecto estelar de Peña Nieto en materia de seguridad fue la gendarmería. ¿Y de dónde sacó a los elementos pioneros? De las Fuerzas Armadas, porque son las únicas instancias que tienen elementos capacitados en elementos de seguridad. Y ¿de dónde nació la Policía Federal? Nació de elementos militares y navales; nosotros tomamos la base pionera del Ejército y la Marina, policías militares y policías navales que pasaron por un curso de capacitación de siete meses se integran o pasan a la Guardia (…) esto es todo un proceso, sería poco realista asumir que podemos construir una guardia de 97 mil elementos reclutando a la gente (…) eso nunca lo hemos negado, la base de la Guardia Nacional son 52 mil 500 elementos provenientes de la policía militar y la policía naval". Mismo inmenso problema, misma solución en el fondo.
Todo parece indicar que el sustituto de Durazo será el ahora subsecretario Ricardo Mejía Berdeja. Ojalá lo primero que haga sea hablar de resultados reales, de procesos de paz que podrían tomarnos mucho más que este sexenio, y que a partir de una estrategia militar nos diga lo que significa tener el control administrativo y no operativo de la Guardia Nacional. Decirlo con todas sus letras, el gobierno de la 4T, como nos lo ha mostrado desde el primer día, le ha apostado a resguardar la seguridad pública a los militares. La persona que llega, ¿tiene también ambiciones políticas más allá del cargo? ¿Qué pidió para hacerse cargo de la tarea más importante del sexenio después de la crisis sanitaria que atravesamos? De entrada, le tocará darse una vuelta en el Senado para decir cómo encuentra la oficina, tampoco es algo que le sea ajeno. Durazo no ha querido pasar esta última aduana, sabe que a partir de hoy todo suma –o resta– rumbo a la elección de gobernador en Sonora. Se va con más pena que gloria, era una tarea titánica.