La Nota Dura

La ira

Es difícil imaginar el nivel de furia de alguien que quiere detener a seres humanos con serpientes, cocodrilos y puntas que perforen la carne humana.

Aún no sé cómo calificar, o cómo reaccionar, a la nota publicada por el diario New York Times en su edición del 1 de octubre titulada: "Disparar a las piernas de los migrantes, construir un foso de cocodrilos: las ideas de Trump para la frontera" (Shoot Migrants' Legs, Build Alligator Moat: Behind Trump's Ideas for Border), redactada por los periodistas Michael D. Shear y Julie Hirschfeld Davis. La historia que nos cuentan es escalofriante –creo que me queda corto el adjetivo.

En una reunión a inicios de marzo en la Oficina Oval, el presidente estadounidense, enfurecido por la situación migratoria en la frontera sur, lanza ideas para cortar de tajo el flujo, para darle una lección a los que él ha llamado hasta el cansancio "criminales". No depura edades ni sexo, todos son delincuentes. Les pide a sus asesores que "cierren al día siguiente los 3 mil 200 kilómetros de frontera", así, sin mayor aviso, de un día para otro nadie entra ni sale por el sur de EU. La nota del New York Times describe la tensa reacción de sus asesores y los ojos sorprendidos; inmediatamente le contestan que temen por los turistas estadounidenses que queden atrapados, otros se preguntan qué pasará con los niños que estudian en ambos lados de la frontera o los camiones repletos de mercancía. Varios con la cabeza baja le dicen que es imposible. Trump insiste ante la negativa: "reforzar el muro con un foso lleno de serpientes y cocodrilos". Les pide a sus asesores explorar esa idea y presentar un presupuesto lo antes posible, todos apuntan en sus libretas; sigue inspirado Donald: pide que el muro tenga "puntas en la parte superior que pudieran perforar la carne humana"; los asesores siguen anotando y envían mensajes desde su celular para preparar presupuestos. Es difícil imaginar la furia de alguien que quiere detener a seres humanos con serpientes, cocodrilos y puntas que perforen la carne humana, el odio le hierve los ojos. De pronto tiene otra idea. ¡Claro! ¡Cómo se le había olvidado! Trump propone dispararles a las piernas a los migrantes, tan sólo para inmovilizarlos, nada más; otra vez los consejeros se voltean a ver entre ellos y uno le dice al presidente que eso tampoco puede ser posible. La reunión, que tenía prevista una duración de menos de treinta minutos, ya va en dos horas, cuánta ira y cuánta frustración. ¿Se imaginan a Trump sin contrapesos, sin alguien con un ápice de razón en la oficina?

El texto del diario neoyorquino termina diciendo que la mayoría de los asesores presentes en aquella reunión ya no siguen en la Casa Blanca; la entonces secretaria de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen, renunció en abril; Thomas D. Homan, quien fungió como director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, renunció en junio. Hoy lo acompañan asesores a modo, y la ira de Trump sigue.

"Con Trump no hay paz, sólo cese al fuego", me dijo un sesudo analista en Washington hace algunos meses, y es cierto, la ira va más allá de amenazas arancelarias, es un odio a Centroamérica, a los mexicanos. Por ahora algo lo ha contenido, tener las elecciones en puerta y el 'golpe de Estado' que dice han fabricado medios y contrincantes políticos.

¿Merece una reacción del gobierno mexicano esta nota publicado por uno de los diarios con más credibilidad en el mundo? Yo creo que sí, al menos una mención, no podemos permanecer callados ante el deseo de querer dispararle a las piernas a los nuestros, de querernos aventar a los cocodrilos… y todo indica que le quedan cuatro años más.

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