En esta columna aplaudimos la claridad del Gobierno de la Ciudad de México para explicarnos el semáforo Covid-19 que había presentado el gobierno federal como herramienta para el descongelamiento de actividades. Mientras a nivel federal se enredaban con "municipios de la esperanza" y porcentajes de ocupación hospitalaria diferentes a los reportados por las secretarías estatales, el gobierno de Claudia Sheinbaum se desmarcaba y nos daba la certidumbre necesaria. A finales de mayo el Gobierno de la Ciudad de México nos decía a los ciudadanos, no se hagan bolas, las reglas son claras, estamos en semáforo rojo y eso es riesgo máximo de contagio, sólo cambiaremos a semáforo anaranjado cuando el porcentaje de ocupación hospitalaria sea menor a 65 por ciento y con una tendencia a la baja durante dos semanas seguidas, no antes. De esta manera cada ciudadano podía entrar a la página oficial del semáforo Covid-19 de la ciudad y ver cómo se alejaba poco a poco la posibilidad de cambiar a color anaranjado; como ejemplo, la última semana, del 8 al 13 de junio, donde pasamos de tener una ocupación hospitalaria de 66 por ciento a 68 por ciento, no sólo no bajamos del 65 sino que tuvimos una variación de tres puntos hacia arriba. Hasta aquí, todo claro, las variables basadas en la ocupación hospitalaria privilegiaban la salud como el indicador fundamental para reiniciar algunas actividades.
Pero esto cambió súbitamente, la jefa de Gobierno, contrario a las reglas que habían publicado, se inventó "la semana de transición al color anaranjado". ¿Qué? Sí, el fin de semana publicó una serie de actividades a retomar dentro del SEMÁFORO ROJO con el máximo riesgo de contagio, por ejemplo, ayer se suspendió el Hoy No Circula generalizado y se reabrieron todas las estaciones de Metro y Metrobús, hoy reinicia la industria manufacturera, el jueves 18 de junio reabrirá el negocio comercial de barrios y colonias, el viernes se reactivan industrias de servicios profesionales científicos y técnicos, y abre la posibilidad del próximo 22 reabrir tianguis y mercados, para el 23 de junio vuelven los comercios en el Centro Histórico, el 24 regresan hoteles y restaurantes (al 30 por ciento y 40 por ciento de su capacidad), el 25 tiendas departamentales y centros comerciales también con un aforo limitado y el 28 de junio, servicios religiosos. Ayer por la mañana en el programa Así las Cosas, de WRadio, tuvimos la oportunidad de hablar con la doctora Oliva López, secretaria de Salud de la Ciudad de México. Le preguntamos por qué la decisión de descongelar ciertas actividades cuando, de acuerdo a su propio semáforo, no ha habido una reducción en el porcentaje de ocupación hospitalaria; cuál era la diferencia entre el rojo de hace dos días, y el rojo de esta semana. Su respuesta es para enmarcar: "dentro del rojo hay graduaciones". El gobierno de la ciudad se ha inventado nuevas tonalidades dentro del semáforo, la claridad que había mostrado el gobierno de la ciudad, su rigurosidad se degradan, justo como el rojo en ese semáforo que hoy queda como ornamento.
Todos entendemos la búsqueda de un equilibrio entre cuidar la salud y la reactivación económica, encontrar un punto medio entre estas dos variables ha sido el reto mundial frente a la pandemia, lo que señalamos específicamente es que entonces no publiquen un semáforo que sólo interpretarán ustedes como autoridades, no confundan a la población que hoy ha vuelto a salir, a pesar de que seguimos en una etapa de máximo riesgo de contagio. ¿Cuántos contagiados costará esta doble comunicación? Este cambio en las reglas de la ciudad sólo se entiende por la intensa presión política desde el gobierno federal a regresar a las actividades a como dé lugar; el Presidente dice que hay que "recobrar la libertad", López-Gatell dice que esto "no acabará pronto", y Sheinbaum nos muestra que dentro del rojo hay varias tonalidades. Un desastre. ¿Qué pantone nos espera para 2021?