La Nota Dura

México sin redes

Urge una campaña voraz de comunicación, un símbolo contundente del presidente, algo que haga pensar a esos millones que lo eligieron que esto va en serio.

Es maravillosa la reclusión en las burbujas de las redes sociales. Vemos gente apoyando pequeños negocios, hilos que explican con claridad la importancia de quedarse en casa, personas que están descubriendo que son chefs, e incluso a varios haciendo rutinas de ejercicios para mantenerse en forma.

El subsecretario de Salud y vocero principal ante la crisis del coronavirus, Hugo López-Gatell, ha llegado en forma de stickers para WhatsApp, se reproducen sus mensajes con gran velocidad y aparece en varios memes que circulan todo el tiempo.

Ahí en las redes se hacen cálculos sobre la tendencia de los infectados, se analizan curvas difíciles de aplastar y solo hay dos caminos: el apocalipsis o el triunfo de la estrategia gubernamental.

Todo sucede en estas burbujas, al menos aquí parece que el viernes en la noche, mientras todos estábamos en casa, escuchamos atentos el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador donde finalmente dice qué pasa "si no nos retiramos a nuestras casas". O el sábado por la tarde dimos acuse de recibo cuando López-Gatell con un tono serio y enérgico repitió cuatro veces seguidas que nos quedáramos en casa; claro, todos lo hicimos, ¿verdad? Nada más alejado de la otra realidad. En la Ciudad de México la gran mayoría de la población sigue haciendo su vida normal. En estas mismas redes sociales a veces se asoman realidades distintas. Un señor en la Central de Abastos con celular en mano graba el momento en el que cientos de personas pasan junto a él, "aquí nadie descansa, descansan los huevones, no le vamos a creer a nadie esto del virus", lo repite una y otra vez, y junto a él pasan decenas cargando todo tipo de alimentos.

Ahí nadie ha escuchado ni una sola de las recomendaciones del gobierno federal, ahí se trabaja porque se gana al día. En otro video, el protagonista aparece en un gimnasio improvisado en la calle, saluda a los que van a llegando, le pregunta a un amigo "¿tú conoces a alguien enfermo con el virus?", el joven le contesta que no, él insiste: "ninguno de nosotros conoce a nadie con ese virus, ni con esa enfermedad, es puro invento, si no me mató tu amor, menos me va a matar una pinche bacteria", bromea mientras siguen haciendo ejercicio. Ninguno de los protagonistas ha visto ni conocen a Hugo López-Gatell, mucho menos están preocupados por el número de pruebas realizadas por el gobierno, tampoco de cómo podrían colapsar las Unidades de Terapia Intensiva en caso de que no se logre aplastar la curva.

El periodista Salvador Camarena publicaba en estas mismas páginas cómo el exitoso personaje de Susana Distancia no era más que una quimera en las abarrotadas calles del Centro de la Ciudad de México y en algunas estaciones del Metro. Tepito el fin de semana estaba igual de lleno, la Lagunilla era intransitable y, como lo muestra el testimonio que circula en redes, también la Central de Abasto no para. En ninguno de estos espacios hay medidas ni restricciones que valgan.

Los menos se quedan en casa. Los más ignoran la contingencia sanitaria. Ayer el gobierno federal declaró la emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor a la epidemia, el acuerdo de restricción se extiende hasta el 30 de abril y el resguardo domiciliario es obligatorio para personas mayores de 60 años y/o población vulnerable. Siguen los llamados enérgicos desde una conferencia que pocos vemos. Urge una campaña voraz de comunicación, un símbolo contundente del presidente, el de los 30 millones de votos, algo que haga pensar a esos millones que lo eligieron que esto va en serio. Ojalá suceda, ahí en el México que no conoce las redes sociales.

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