La Nota Dura

'No a los jaguares gordos y niños famélicos'

El tren maya va tomando forma de juguete, entre jaguares bien comidos, consultas de papel y limosnas cercanas a casa, escribe Javier Risco.

Del tren maya tenemos el permiso de un pedazo de tierra, fotografías de vías abandonadas, una selva tropical abundante y ocho diapositivas explicando una maqueta que sólo está en la cabeza del presidente. No tenemos un proyecto ejecutivo ni un proyecto de impacto ambiental, tampoco tenemos una consulta por ley con la mayoría de los pueblos originarios. Así va una de las cartas fuertes en materia de infraestructura de este sexenio, tal vez el proyecto más entrañable del Presidente porque atraviesa la región que más quiere y porque en esta ansia histórica recupera un medio de transporte que olvidó el México del progreso. Así que cualquiera pensaría que se lo toman en serio, luego uno lee la entrevista en Animal Político de la periodista Claudia Ramos a Rogelio Jiménez Pons, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo y responsable de la obra, y preferiría el silencio del gobierno hasta que tuvieran algo que decir o por lo menos un proyecto ejecutivo que presentar. Por lo pronto las palabras de Jiménez Pons rayan en algo tragicómico, llegando a rozar el ridículo. A continuación, tres de sus respuestas:

• "Es muy fácil decir de repente que no haya desarrollo. No podemos ser a ultranza conservacionistas cuando tenemos tanta miseria; tenemos que crear desarrollo y el desarrollo va a tener afectaciones al medio ambiente, obvio. Pero primero va la gente. No ganamos nada como país con tener jaguares gordos y niños famélicos; tiene que haber un equilibrio. Sí tiene que haber jaguares bien comidos, pero con niños robustos y educados y capacitados. Ese es el tema: muchas veces va a implicar afectar el medio ambiente, pues remediemos las afectaciones".

• "Hay la completa y libre convicción de hacer las cosas bien. Nosotros no vamos a soslayar, porque hay una cosa que estamos muy confiados. Mucha gente dice: 'ya tomaron la decisión y ahora vienen a hacer la consulta'. Y digo, espérate. Por supuesto que ya se tomó la decisión, porque si no, no se podría hacer la consulta. ¿Sabe lo que cuesta una consulta para todavía iniciar con una duda sobre si lo hago o no lo hago? Discúlpenme, pero eso no existe".

• "Eso voltea la tortilla en términos ambientales y también sociales, porque son incluyentes. No se vale hacer ningún desarrollo si no tiene su zona de la gente más modesta ubicada dignamente en las cercanías de las áreas de producción. Para que, para que puedan ir a trabajar a pie. Hasta pedir limosna si hace falta, pero a pie".

¿Dónde está parado este proyecto? Hasta el momento leo un argumento donde el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no quiere "jaguares gordos y niños famélicos", así le responde el responsable del proyecto Jiménez Pons a Gerardo Ceballos, presidente de la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar, que en diciembre pasado había planteado que al menos dos mil jaguares se encuentran en riesgo por la construcción del tren maya.

También tenemos una simulación, una decisión tomada acompañada de una consulta, por favor alguien tiene que explicarme su frase "por supuesto que ya se tomó la decisión, porque si no, no se podría hacer la consulta". No tiene ningún sentido, es una ilegalidad vestida de burla la realización de consultas que no modifiquen la decisión final, el gobierno federal está muy seguro de los beneficios del tren y de la casi imposible negación del proyecto por parte de las comunidades que se ven afectadas por el proyecto.

Y la cereza del pastel en sus declaraciones, la periodista Claudia Ramos señala que en cada una de las estaciones se tiene previsto desarrollar pequeñas ciudades, "pueblos bicicleteros" a partir de un reordenamiento territorial; el funcionario completa esta información señalando que es importante que los habitantes vayan "a trabajar a pie. Hasta pedir limosna si hace falta, pero a pie". Vaya fotografía imaginada.

Pasa el tiempo y el tren va tomando forma de juguete, entre jaguares bien comidos, consultas de papel y limosnas cercanas a casa, se construye el sueño del presidente.

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