Lo supimos desde los tiempos de campaña, poco le dedicó a la ciencia, dos líneas vagas en su sitio web como candidato: "planteamos un país que apuesta a crecer a través del conocimiento, la ciencia y la tecnología, con una clara brújula moral". Ah, bueno. Cuando presentó el Plan Nacional de Desarrollo pasó lo mismo, extendió su importancia, de dos a cinco líneas el tema de la ciencia: "El gobierno federal promoverá la investigación científica y tecnológica; apoyará a estudiantes y académicos con becas y otros estímulos en bien del conocimiento. El Conacyt coordinará el Plan Nacional para la Innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos y empresas", cinco líneas en 228 páginas de documento, su plan no parecía nada ambicioso, y así ha sido en estos primeros dos años; sin embargo, pensé que cambiaría, lo pensé porque la crisis sanitaria que vivimos actualmente sacude culaquier conciencia y cambia cualquier rumbo de gobierno… pero no.
En este espacio hemos insistido en las lecciones aprendidas después de la crisis que estamos padeciendo, nadie nos asegura que seremos mejores personas, o que el materialismo irá a la baja, o que aprenderemos a ser mucho más concientes de nuestro planeta. No, en realidad hay pocos cambios palpables y uno es la nueva mirada del mundo hacia la ciencia, el compromiso de los gobiernos a impulsar la investigación y el lugar que ocuparán los científicos de ahora en adelante, y eso se mide en el Presupuesto para 2021 y los años que vienen. Cada semana, el canciller Marcelo Ebrard habla con tono de desesperación y esperanza sobre la vacuna, presenta firmas entre el gobierno y farmacéuticas mundiales, habla de las vacunas que se desarrollan en nuestro país, de los avances y de fechas tentativas para el final de la fase tres, dice que tendremos la vacuna para el primer trimestre de 2021, lo dice no por malabares políticos, ni por presiones de gobierno, los hechos los basa en lo que le dicta la ciencia, nadie más. Aún así, apostándole todo al trabajo científico, el gobierno mexicano es incapaz de apoyarlo y no sólo eso, ahora planea quitarle la ayuda de los fideicomisos.
Ayer, el Presidente fue contundente: "Se cancelarán fideicomisos […] Esto no les gustó nada a los intelectuales orgánicos o seudocientíficos que cobraban por todos lados, claro que estamos a favor de la ciencia, que estamos a favor de la cultura (pero) no estamos a favor de los privilegios y de la corrupción, que no se confunda nadie. Por eso está en proceso porque todavía está por aprobarse la cancelación de los fideicomisos […] ¿Cuánto vamos a obtener? La Secretaría de Hacienda va a recoger, calculamos, que como 50 mil millones de pesos que se manejaban sin control, al margen", todo es corrupción, así con machete en mano, diputados con órdenes directas del Ejecutivo se proponen extinguir 26 fondos de investigación científica y desarrollo tecnológico que sirven para becas, proyectos de investigación y que auspician Centros Públicos de Investigación del Conacyt –entre las instituciones que serán afectadas se encuentra el Cinvestav, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), el Centro de Investigación en Matemáticas, el Colegio de la Frontera Norte (Colef), el Colegio de la Frontera Sur, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste y el Centro de Investigaciones en Óptica–, también desaparecería el Fondo para el Fomento y Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica en Bioseguridad y Biotecnología. Esto es sólo una parte de las instituciones que abonan a la ciencia, hay decenas de organismos que impulsan el arte, el cine y la educación que también serían borrados.
Ayer el doctor Antonio Lazcano nos dio el mejor ejemplo del desprecio a la ciencia por este gobierno, justo en medio de esta crisis sanitaria, "el Cinvestav (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN) actualmente trabaja en 60 proyectos de investigación relacionados al SARS Cov-2". Estos tendrían que parar, así se sabotea un país en presente y futuro.