Son ya casi 20 años de que por primera vez se habló de manera formal de trabajar e impulsar la Educación Financiera entre los clientes de la banca, no venderles productos, sino explicarles a detalle lo que significan cada uno de ellos y con ello, darles el poder de decidir qué era lo que más les convenía.
En estas casi dos décadas, el tema si bien se ha elevado y hay muchos eventos, instituciones, periodistas, influencers que se dedican a explicar una y otra vez temas de educación financiera, lo cierto es que aún quedan muchos pendientes y millones de usuarios de servicios financieros que requieren información oportuna para mejorar sus finanzas personales, pero sobre todo no ser víctimas tampoco de nadie, ni de instituciones, ni de seudoempresas, ni de los delincuentes.
Por cierto, fue Loreto García una de las primeras mujeres encargadas de un área dedicada exclusivamente al tema en un banco, dirección que fue apoyada por Manuel Medina Mora y en donde quedo claro que no estaría asociado a la venta de ningún producto; hay que reconocer que fue Banamex el primero en tomar esta bandera.
Sin embargo, a la vuelta de estos casi 20 años, la gran pregunta es si se ha cumplido por parte de todos los otorgantes de crédito, ya sea bancos, Sofomes, uniones de crédito, Sofipos, fintech, en fomentar este tema y dar las herramientas a sus clientes, más allá de páginas o de promocionarse, si realmente se está alcanzando la meta de que con educación financiera las personas están generando mayores ingresos al saber elegir de forma adecuada los productos y servicios que contratan.
Como bien explicaba Manuel Romo, director de Citibanamex, las encuestas nacionales reportan que las capacidades financieras de los mexicanos han aumentado, y se vio al comparar la morosidad de los mexicanos que vivieron la crisis de 1995, la de 2001 y la de la pandemia.
La educación financiera sirvió, pero sí mostró que mientras en 1995 y 2001 la población mexicana presentó altos niveles de endeudamiento y la morosidad bancaria se disparó a más de 18 por ciento en ambos casos, durante la crisis de 2009 (la subprime o de hipotecas de Estados Unidos) y la de la pandemia, los resultados fueron distintos y menos mexicanos tuvieron una crisis grave por sus deudas, incluso recordó que, en el peor momento de la crisis, el ahorro de los mexicanos aumentó.
Ahora sentadas las bases de este proceso de educación financiera en el que todos los bancos y algunas Sofipos han invertido, es momento de que den el siguiente paso para darles mejores condiciones crediticias y productos personalizados, es decir, titular a quienes han sido alumnos ejemplares en temas de educación financiera premiando de alguna manera este largo, largo aprendizaje.
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Y en el otro lado de la moneda, si bien están lejos de ser un riesgo sistémico, lo cierto es que algunos intermediarios financieros no bancarios siguen enfrentado dificultades asociadas con el encarecimiento y menor disponibilidad de nuevas fuentes de financiamiento como bien reconoció el Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero, y si bien no se descarta que dichas dificultades pudieran extenderse a otros intermediarios no bancarios, el cierre de la llave del crédito ya está pasando factura a muchas de estas firmas que no ven opciones para obtener financiamiento ni por bancos comerciales ni de desarrollo, y bueno ir a mercados requiere mucha mayor disciplina, pero ojo no son los únicos con problemas de este tipo, la lista de Fintech que están reduciendo sus gastos y despidiendo personal va en aumento, además de que están frenando sus planes de expansión. Es un hecho que en esta industria tecnológica, el incremento de las tasas de referencia les pegó directo y en el medio crecen las apuestas de quienes serán las Fintech que digan adiós, tanto pequeñas como aquellas que han llenado de publicidad las ciudades; esperemos que antes de tener problemas, logren salvarse. Por lo pronto, la moneda está en el aire.