Más allá de la situación económica, hoy más que nunca las empresas familiares están en un punto de inflexión sobre su futuro, ya que al existir más herramientas tienen la oportunidad de definir el camino a seguir para crecer y llegar a ser un buen negocio.
Esto porque actualmente 44 por ciento de las empresas encuestadas para el estudio realizado por el Centro de Investigación para Familias de Empresarios, CIFEM–BBVA del IPADE Business School están en riesgo de no subsistir debido a la acumulación de malas prácticas que, si no se corrigen, terminará por viciar la dinámica familiar y propiciar la desintegración del negocio.
El estudio que vale la pena analizar a detalle 'Situación y progreso de las empresas familiares para lograr su continuidad' entrevistó a 256 empresas familiares que respondieron a la herramienta, diseñada para esta finalidad y en donde también se ve el bajo avance de las mujeres: sólo 12 por ciento respondió tener algún cargo dentro del negocio.
Y eso se ve claro al identificar quiénes son los líderes de las empresas familiares: 58 por ciento de los participantes pertenece a la primera generación, 31 por ciento a la segunda y 11 por ciento a la tercera. Llama la atención el porcentaje tan bajo de mujeres en cargos de autoridad que es solo de 9 por ciento, un área importante de oportunidad en este tipo de organizaciones. El 91 por ciento es liderado por hombres.
Un tema en el que se ha insistido durante años es que esas firmas trabajen en el relevo generacional; las grandes empresas del país iniciaron como empresas familiares, pero para las empresas familiares de menor tamaño pensar en quién será su sucesor no es algo que les agrade, y es uno de sus mayores desafíos por lo que hoy recomiendan planear y ejecutar a tiempo la sucesión, ya que incluso puede ser un tema que impulse la llegada de nuevas ideas, de acceso a nuevos financiamientos y crecimiento. Solo un dato: 45 por ciento de los líderes de las empresas son mayores de 60 años.
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Y en el otro lado de la moneda, no hay que dejar de seguir a los bancos y otros intermediarios financieros que financian al campo; es un negocio que poco se voltea a ver, pero que, por ejemplo, en 2019 creció más allá de doble dígito el financiamiento por parte de las instituciones y en este no será la excepción.
Aunque de acuerdo con la segunda edición de Perspectivas Agroalimentarias 2020, elaborada por Grupo Consultor de Mercados Agrícolas que presentó Juan Carlos Anaya, Francisco de Rosenzweig, Pablo Sherwell y Enrique de la Madrid, para este año se ve un complejo panorama internacional y nacional.
De acuerdo con las perspectivas anuales, se espera que la balanza agroalimentaria registre más de 10 mil millones de dólares, mientras que en las exportaciones se espera un incremento de 5 por ciento, equivalente a 39.3 mil millones de dólares, manteniéndose como el tercer sector exportador a nivel nacional, sólo por debajo de las manufacturas y automotriz, pero por arriba de las remesas, petróleo y turismo.
El agro mexicano es un mundo no solo de información sino de oportunidades; hay por ejemplo en el Bajío productores especializados en sembrar cierto tipo de granos.
La región centro occidente es el centro neurálgico de la producción de alimentos del país y seguirá así. Es donde bancos de menor tamaño se han ido especializando en el tema. Sobre eso les platicaré más a detalle. Por lo pronto, la moneda está en el aire.