El próximo 26 de junio será la elección del nuevo presidente de Coparmex CDMX que sustituirá al actual dirigente, Armando Zúñiga. La capital del país es uno de los bastiones más importantes de este sindicato patronal y por lo tanto, siempre hay intereses internos y externos que rodean esta elección.
En esta ocasión, los candidatos parecieran representar una lucha entre el pasado y futuro de la Coparmex, por un lado, está Leovigildo Chávez, que tiene a su favor ser un miembro de muchos años en esta institución, pero al que su actividad profesional como cabildero gubernamental le ha jugado en contra, haciendo evidente su compromiso con diversas ‘amistades’ políticas que, todos sabemos, siempre tienen interés en controlar al sector empresarial de alguna manera.
En el banquillo de enfrente se encuentra Adalberto Ortiz, empresario joven dedicado al sector bancario, concretamente al de las fintechs, donde es cofundador de la firma de servicios financieros digitales, Peibo, plataforma que se dedica a apoyar a empresas en el manejo de sus transacciones bancarias.
Cabe resaltar que el mayor diferenciador entre estos dos candidatos no es su labor profesional, sus propuestas o la diferencia de edad, sino la visión que tienen sobre cómo deben ser los empresarios mexicanos en el marco de la nueva realidad política que nos rodea, donde tenemos un partido hegemónico de tendencia socialista con mucho poder. Ante este escenario no queda clara la visión de Chávez, pero pareciera, por sus acciones, que se enfilaría más a ser un líder tibio que no cuestione o que incluso se alinee según soplen los vientos, esto se deduce de los diferentes intentos que ha tenido por demostrar el apoyo de actores políticos capitalinos.
Por otra parte, la visión de Adalberto Ortiz se percibe más amplia. A pregunta expresa sobre ¿cuál debe ser la posición de la Coparmex CDMX ante este escenario? Él respondió: “lo más importante es que los empresarios nos pongamos en el lugar del otro, es esa empatía, ese reconocer al otro, lo que verdaderamente generará un cambio en las empresas”. Esta visión a la que Ortiz llama “humanismo empresarial” pone en el centro de cualquier organización a las personas y es mucho más amplia que enfrascarnos en dimes y diretes de si el empresariado debe o no estar en alguna línea de pensamiento político, al contrario, es reconocer que los dueños de empresas son parte activa de la sociedad y deben ir siempre en busca del bien común, lo cual incluye a sus propios trabajadores y sus familias. Por ahí se tiene que empezar a cambiar este país.
Podemos afirmar que la elección de la próxima semana será una colisión de tendencias que nos presenta un escenario no visto hasta ahora en Coparmex CDMX, donde los miembros deberán decidir si la organización da un paso atrás y se pone en riesgo de ser cooptada por intereses políticos ajenos a la misma, o si siguen el camino de entrada a la modernidad, donde el humanismo empresarial, el uso de la inteligencia artificial y el nearshoring serán la base del desarrollo de este sindicato patronal y sus empresas para los próximos 20 años.
En otras latitudes digitales…
Dijo la DEA que la elección de jueces y ministros del Poder Judicial por medio del voto abre la puerta al narcotráfico para nombrar a estos funcionarios. Y tienen razón. Pensar que esta nueva reforma es solo para que el Ejecutivo no tenga contrapesos es quedarse corto, lo que realmente se está cocinando es la impunidad total de un narco-Estado.