Entorno Económico

Déjà vu de vulnerabilidades

De nueva cuenta, toda proporción guardada, nos encontramos en sendero de recuperación después de una profunda recesión mundial.

Mucho se ha escrito sobre Evergrande de China y el techo de endeudamiento en EU. Su diagnóstico parece claro, pero se extiende la incertidumbre sobre la posibilidad de materialización de los escenarios más extremos. Más aún, el alcance de sus ondas de choque es incierto. Es decir, la capacidad destructiva de su reverberación no es todavía cuantificable. En este contexto, opto por centrarme en algunas reflexiones sobre la actual problemática desde una perspectiva más general e histórica.

De nueva cuenta, toda proporción guardada, nos encontramos en un sendero de recuperación después de una profunda recesión mundial. No hace tanto, una burbuja inmobiliaria en EU derivaba en una crisis financiera sin precedentes en más de un siglo y sumía al mundo en una profunda recesión. La respuesta de los hacedores de política económica fue agresiva y heterodoxa y dejó mermado el margen de acción fiscal y monetaria.

Tras una sostenida, heterogénea y pausada recuperación, diez años después, una pandemia se traduce en un choque simultáneo de oferta y demanda y, en sus implicaciones, rompe todos los récords de desplome económico. El margen de maniobra de política fiscal y monetaria no eran más amplios que hace una década. Sin embargo, los gobiernos en casi todas las latitudes optaron por implementar medidas históricas y desesperadas por tender una nueva red de caída a las economías.

Las aguas todavía no se calman lo suficiente y ya es claro que nos encontramos en una nueva realidad con hinchados niveles de deuda pública, amplios déficits de finanzas públicas y mínimas tasas de interés de referencia. En un contexto así, un “catarrito” sí que se puede convertir en “pulmonía”.

El problema es que, de nueva cuenta, la materialización de ‘cisnes negros y blancos’ tienen en la realidad actual un catalizador poderoso. Es decir, tanto los eventos adversos imposibles de ser pronosticados (cisnes negros) como los que han evolucionado delante de nuestros ojos (cisnes blancos) llegan en un momento donde nuestras políticas de defensa están seriamente erosionadas.

En un contexto así, más nos vale no subestimar ningún evento tanto externo como interno con capacidad disruptiva. Los riesgos no son pocos y tampoco exclusivos del sector inmobiliario en China y de lo fiscal en EU. Flota también en el ambiente el fantasma de la estanflación (estancamiento económico con persistente alza en precios) a nivel global, los riesgos bélicos en Asia (EU y Corea del Norte), los rencores geopolíticos (EU y China), la herencia de las guerras comerciales y el fantasma de las nuevas cepas de coronavirus que compiten con un esfuerzo de vacunación mundial profundamente desigual.

Es momento de no subestimar los riesgos, detectar las vulnerabilidades económico-financieras y reconocer el limitadísimo margen de política económica. Nunca como ahora hay que ser estratégico y por demás eficiente en la implementación de política de estabilización o contracíclica.

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