Seamos sinceros, en este punto es muy difícil definir qué tan temporal es lo temporal. En específico en lo concerniente a las actuales presiones inflacionarias globales. Creo que, en general, podemos coincidir en que las actuales presiones inflacionarias se deben en mucho a las disrupciones y desequilibrios causados por la pandemia. En la misma línea, también podemos concordar en que mucho de lo que subsiste son presiones fundamentalmente de oferta -aunque con algunos otros matices de demanda-. No obstante, aun asumiendo que muchas de estas presiones son de principio temporales, es extremadamente complicado asignarles una fecha de caducidad. Es aquí donde deriva el gran reto de la banca central en general y del Banco de México en particular.
Partamos de una idea básica: poco o nada puede hacer la banca central frente a desequilibrios o choques por el lado de la oferta. Así, ante presiones inflacionarias originadas de ese lado del mercado, la primera intención de la política monetaria podría ser mantenerse al margen. No obstante, hay un concepto que no es tan ortodoxo con las clasificaciones: las expectativas inflacionarias.
Así, para los bancos centrales debe de ser relevante el riesgo de posible contagio o contaminación en los procesos de formación de precios hacia delante asociado a las presiones actuales en precios. Más aún, no es nada descabellado considerar que, a mayor permanencia de presiones inflacionarias al alza, mayor en riesgo de que tal contagio se materialice.
Banxico actuó bien a principios de verano al dictar un movimiento preventivo motivado por las presiones en precios, cada vez menos influidas por el comparativo anual y más por los choques de oferta. Tal decisión fue proactiva y no reactiva, cosa que no suele ser el común denominador en un banco central que suele mantenerse del lado ortodoxo de la ecuación y que parece preferir ‘ver para creer’.
Mi punto desde hace ya varias semanas es que, lo que comenzó como un esfuerzo de alzas preventivas restringidas inicialmente a no salir de territorio de laxitud monetaria, en algún momento terminarían por fusionarse con un esfuerzo de normalización. Lo anterior mucho más motivado por el estrechamiento en la laxitud económica y el propio proceso de normalización de la Reserva Federal de EU. Es decir, un espacio adicional de 50 puntos base (pb) para incrementar la tasa a un día, podría ampliarse a 100-150pb.
A lo anterior ahora añado otra motivación, la posible extensión de las actuales presiones inflacionarias por bastantes meses más.
En lo anterior tengo que aceptar que no todos los riesgos se inclinan hacia el advenimiento de un ciclo monetario restrictivo y amplio. En su diseño e implementación, considero que tanto Banxico como otros bancos centrales tendrán que trabajar bajo un terrible dilema: la sombra de la estanflación.
En algún punto se tendrá que decidir sobre aceptar un nivel más alto y mucho menos temporal de inflación (por arriba de su objetivo) o ver pasar la consolidación de un avance económico anémico. En la resolución de dicho dilema, creo que poco influirá si se tiene mandato único de estabilidad en precios o doble mandato de baja inflación y pleno empleo.