Entorno Económico

Recesión o estancamiento, ¿qué van a hacer las autoridades?

Cuál es el impacto del menor crecimiento económico sobre la proyección de ingresos y gasto público para el año en curso y las decisiones de política monetaria.

De manera preliminar, la economía mexicana habría crecido en 4.8 por cieto durante 2021. Cifra caracterizada por un pronóstico crecientemente optimista durante los primeros tres trimestres del año pasado, al pasar de 2 a 6 por ciento, para luego desfondarse parcialmente hacia 5.2 por ciento. En mi opinión, es muy difícil que las expectativas para el crecimiento durante el presente año permanezcan ajenas a la inercia de estancamiento sugerida por las cifras. Así, creo que estaríamos a punto de observar esta misma semana recortes importantes en las previsiones para 2022 -al menos en lo que respecta al sector privado (vía la Encuesta Banamex de Expectativas y la de Banxico). Las posibles correcciones por parte de Banxico y SHCP podrían ser sugeridas en unos diez días y un mes, respectivamente.

En el contexto arriba descrito, creo que hay importantes implicaciones en materia de perfil fiscal y política monetaria que vale la pena mencionar. En especial, me enfoco en los posibles impactos sobre la proyección de ingresos y gasto público para el año en curso y las decisiones de política monetaria.

En el primer caso, son públicas la elasticidad o grado de respuesta que un punto de crecimiento de la economía tiene sobre los ingresos públicos (21 mil millones de pesos por cada medio punto). En este contexto, en el increíble caso de que la SHCP optara por revisar su estimado de avance económico durante 2022 hacia una cifra más realista, por ejemplo, del actual 4.1 a 2.0 por ciento, la pérdida de ingresos públicos sería de aproximadamente 90 mmp.

En una primera reflexión, dicha pérdida potencial de ingresos debería tener como contrapartida un ajuste equivalente en el gasto. No obstante, es necesario tomar en cuenta otro fenómeno contemporáneo: los altos precios internacionales del petróleo. Ya sea por razones fundamentales o por riesgos geopolíticos latentes, las cotizaciones se mantienen elevadas, destacando un comparativo de 83 dólares por barril (dpb) al cierre del 31 de enero para la mezcla mexicana versus un estimado oficial promedio para el año de 55 dpb. No creo que tal diferencial tuviera que extrapolarse para el resto del año; no obstante, nos recuerda que no es irreal suponer que podría haber ingresos extraordinarios por ese rubro.

Tomando en cuenta, de nuevo, las elasticidades oficiales (un dólar adicional en los precios del petróleo incrementa los ingresos en 14 mmp), bastarían seis o siete dólares de diferencia subestimación del precio de la mezcla en el año para que la posible pérdida de ingresos por dinamismo económico sea compensada en su totalidad. Obviamente, los anteriores cálculos son simplistas y suponen que el resto de las variables clave para los ingresos públicos permanecen sin cambio -a lo cual deberíamos añadir el impacto en los cocientes de déficit y deuda-. Sin embargo, me sirven para hacer el punto que la necesidad de observar ajustes fiscales no es tan inminente y significativa como podríamos pensar.

En el caso de la política monetaria, no es novedad que Banxico subestima la trayectoria de inflación para 2022, anticipando un nivel de cierre cercano a 3.5 por ciento versus un estimado de consenso superior a 4 por ciento (el propio en 4.6 por ciento). No obstante, y en contrapartida, el Banco Central mantiene un pronóstico de crecimiento económico de 3.2 por ciento. Partiendo de lo anterior, no es difícil anticipar que tan pronto como en su siguiente reunión de política monetaria (10 de febrero), se sugiera que la dinámica económica parece más moderada de lo anticipado. En un contexto así, la probabilidad de observar un voto por mayoría a favor de un incremento en la tasa de referencia de solo 25 puntos base (en contraste con los 50pb anteriores) se eleva sensiblemente. Más aún, una decisión así se refuerza al considerar un perfil estratégico frente a la inminencia del inicio de alzas por parte de la Fed tan pronto como en marzo -los cuales es muy probable que sean replicados por Banxico.

Hasta aquí lo que creo son las implicaciones inmediatas en materia de política económica asociadas a los recientes datos de actividad económica. No obstante, hay otras implicaciones de mediano y largo plazos que trataré en mi siguiente columna.

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