Entorno Económico

Negociando con la realidad

Al negociar con la realidad podríamos estar sacrificando la consolidación de un escenario crucial para los mercados financieros.

En los modelos de cambio o duelo suelen identificarse distintas fases. Estas etapas están íntimamente ligadas a la percepción y reacción emocional de los individuos ante un choque o cambio determinado. En este contexto, casi de manera indistinta, en las primeras etapas suele ubicarse la ‘resistencia’ o ‘negociación con la realidad’. En particular, suelen rechazarse aquellos aspectos de la realidad que resultan incomodos o inconvenientes. Tomando todo lo anterior en cuenta, creo que actualmente analistas y mercados se encuentran en una fase muy similar en relación con la asimilación de varias circunstancias como la problemática inflacionaria, la pandemia y las tensiones geopolíticas, por mencionar solo tres elementos clave. A continuación, el reconocimiento de que al negociar con la realidad podríamos estar sacrificando la consolidación de un escenario crucial para los mercados financieros.

Primero, hablemos de inflación. Todos coincidimos en que la inflación global tiene como epicentro problemáticas que en su mayoría son de oferta, donde abundan restricciones estructurales y técnicas que hacen difícil un cambio súbito de tendencia. Por ejemplo, no se puede incrementar la oferta de semiconductores de la noche a la mañana, ni ajustar el tamaño de los puertos marítimos ni reformular la composición de productos y servicios de manera instantánea.

En la misma línea, podemos intuir también que aún bajo el supuesto donde las causales del actual repunte inflacionario se desvanecieran súbitamente, todavía restaría inflación en las tuberías (por ejemplo, producto de una estrategia de traspaso gradual de mayores costos de producción pasados hacia los futuros precios al consumidor). Así, quizá ‘negociamos con la realidad’ al esperar cada quincena o cada mes la señal de una moderación o reversión en la trayectoria de precios. Aún si ésta se presentara, ¿deberíamos asumir que una observación debería interpretarse como un cambio de tendencia? ¿No suena más razonable ‘ver a través’ de los datos de alta frecuencia y asumir que la inflación va a acompañarnos por un muy buen tiempo?

Segundo, hemos visto ir y venir al menos cuatro olas completas de contagio a nivel global, casi con periodicidad constante. Las cepas han cambiado, así como también la capacidad hospitalaria, la calidad de los tratamientos y la provisión de equipos médicos. No obstante, la disponibilidad de vacunas a nivel global sigue siendo heterogénea e insuficiente y las condiciones para la generación de nuevas cepas siguen vigentes. Ante este escenario, considero, se ‘negocia con la realidad’ al tratar de formalizar el fin de la pandemia con base en las características de la cepa en turno y se confunde el cansancio social o el deseo de grupo con la realidad de una alta incertidumbre respecto a la duración de la pandemia. ¿Cómo es que la pandemia quedaría erradicada de un momento a otro al término de una nueva ola de contagios? ¿Hay elementos tangibles que apoyen tal escenario?

En todo caso, veo mucho más realista el reconocer que el cansancio por el lado de la sociedad, el aprendizaje por el lado de los tratamientos médicos y la renuencia de los gobiernos a dictar nuevos encierros o restricciones a movilidad comunitaria generalizados, hacen cada vez más difícil el suponer que las nuevas olas de contagio necesariamente traerán consigo nuevos choques significativos y generalizados en la actividad económica. No obstante, considero válido el centrar nuestra preocupación en las estrategias de ‘cero contagios’ en epicentros de crecimiento global (por ejemplo, China).

Tercero, el conflicto bélico en Ucrania se ha extendido por ya casi dos meses. Día a día le damos seguimiento a las zonas más críticas, los corredores humanitarios, la crisis humanitaria y los posibles avances en pláticas bilaterales entre Rusia y Ucrania. En este punto es altamente incierto el ubicar en el calendario el fin del conflicto. No obstante, considero que ‘negociamos con la realidad’ cuando esperamos una solución estilo ‘bala de plata’ y descartamos una cicatriz duradera en el orden mundial. En contraste, veo varios fenómenos endógenos en plena evolución que parecen sugerir un cambio duradero en el statu quo a nivel global. Las dinámicas actuales parecerían insinuar la vuelta hacia una definición y contraste cada vez más granular entre Oriente y Occidente, amén del reforzamiento de incentivos hacia una menor interdependencia económica y financiera a nivel global con un sabor amargo a nueva ‘guerra fríag.

Tomando todo lo anterior en cuenta, mi sugerencia como analista es la acción en la forma de identificar qué tanto de nuestros escenarios se encuentra altamente influenciado por una resistencia a reconocer que varios de los factores que más nos preocupan podrían no desvanecerse súbitamente en el corto plazo. Quizás es hora de pasar de la ‘negociación con la realidad’ a la ‘aceptación’ y posterior ‘acción’.

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