Entorno Económico

EU: La estrategia contra la inflación

La Reserva Federal de EU puede hoy ser más efectiva y puntual en su esfuerzo por reducir el riesgo de un largo periodo de precios al alza.

Casi desde inicios del actual repunte en la inflación en EU, se ha insistido en identificar las similitudes y diferencias respecto al periodo de alta inflación observada en los años setenta. En aquellos años, la inflación al consumidor llegó a alcanzar niveles superiores a 14 por ciento a tasa anual, desde niveles cercanos a 1 por ciento a mediados de los sesenta. En su reporte de mayo de este mismo año, tal medida de inflación se elevó a 8.6 por ciento. Más aún, el dato de julio (a publicarse este mismo miércoles) podría mostrar un nivel todavía superior. En este contexto, se sigue disecando la evidencia histórica con la esperanza de identificar lecciones y no caer en los mismos errores de política.

Recientemente, un artículo de investigación publicado por la Reserva Federal en junio de este año (con autoría de Edward Nelson), nos ofrece un panorama alentador, al menos en lo que respecta al esfuerzo de política monetaria actual en comparación con la década de los setenta.

De manera general, el estudio concluye que, durante el periodo de alta inflación de hace más de cuatro décadas, la política monetaria (en conjunto con otros instrumentos de política) fueron guiados por una doctrina o entendimiento fallido. En específico, se destaca que las autoridades de aquellos tiempos partían de consideraciones inapropiadas de política contra la inflación en dos formas.

Primero, se implementaron herramientas no monetarias para hacer frente a la elevada inflación en la forma de medidas de política que pretendían afectar los ingresos (medidas administrativas, industriales o por la vía impositiva tendientes a afectar los costos y los precios).

Segundo, complementando el fallido esfuerzo de política, se confió en la efectividad de las políticas arriba citadas y se mantuvo de manera no intencionada una postura de política monetaria significativamente expansiva.

En contraste, con tal marco histórico, el autor señala que en la actualidad la política monetaria es vista como la principal herramienta de control de la inflación, sin la distorsión de otro esquema o herramienta de política implementada de manera alternativa o complementaria (al menos no en el espíritu no monetario).

En este contexto, de las observaciones citadas, el estudio concluye que actualmente es mucho más difícil anticipar un prolongado periodo de alta inflación al estilo de los setenta, al menos no potencializado por una falida política antinflacionaria.

Sin duda, la conclusión es alentadora, pareciera que la Reserva Federal de EU puede hoy ser más efectiva y puntual en su esfuerzo por reducir el riesgo de un largo periodo de precios al alza.

No obstante lo anterior, conviene recordar que las presiones inflacionarias actuales son no sólo el producto de choques de oferta (en cuyo caso la política monetaria tiene efectos limitados) sino que son resultado de una sucesión, empalme y relevo de choques que aún siguen en desenvolvimiento y cuyas causas son variadas.

Así, quizá hoy no tengamos en contra una fallida estrategia de política frente a la inflación, al menos no al estilo de los setenta. No obstante, los retos son hoy múltiples pasando por la naturaleza de los choques inflacionarios, grado de efectividad de la política monetaria y crudo dilema entre inflación y crecimiento económico que podría restringir el espacio de acción de la Reserva Federal.

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