Entorno Económico

Powell habló. ¿Y ahora que hará Banxico?

Tanto EU como México enfrentan un problema de alta inflación, en buena medida explicado por una sucesión de choques de oferta.

Hace unos días, los mercados reaccionaron a lo que interpretaron como un mensaje más duro contra la inflación de lo que se esperaba por parte de la cabeza de la Reserva Federal (Fed) de EU. En lo personal, no veo un argumento sólido para justificar la reacción adversa de los mercados.

De las declaraciones recientes del mismo presidente de la Fed, Jerome Powell, ya sabíamos al menos tres cosas: una o dos cifras alentadoras de inflación no bastarían para suspender el ciclo de alzas de la Fed (que espera ver evidencia sostenida de mejoría); el nivel neutro de la tasa de interés de referencia es una referencia para el largo plazo y no un objetivo per se para el nivel terminal del ajuste; y la Fed parece decidida a no concluir el ciclo de manera prematura, al menos no sin antes tener la evidencia robusta de mejoría a la vista. No obstante, a la luz del evento arriba citado, vale la pena reflexionar sobre algunas aristas en el esfuerzo del Banxico por seguir a la Fed en sus decisiones.

Primero. Tanto EU como México enfrentan un problema de alta inflación, en buena medida explicado por una sucesión de choques de oferta. No obstante, lo anterior no significa que se requiera el mismo nivel de restrictividad monetaria para anclar las expectativas de inflación de mediano y largo plazos. Una de las razones puede ser la diferencia en efectividad de la política monetaria a favor de EU o los apoyos fiscales a la gasolina en el lado mexicano. Así, la sincronización en magnitudes de ajuste monetario en ambos lados del río grande no debería ser una regla robótica.

Segundo, y en la misma línea que el punto anterior, los ciclos económicos no necesariamente se encuentran en las mismas fases, por lo cual (con todo lo demás constante) las condiciones monetarias inducidas por los respectivos bancos centrales no necesariamente deberían ubicarse en las mismas latitudes.

Tercero, si lo que alienta la necesidad de sincronización entre los ciclos monetarios es la priorización del mantenimiento de los diferenciales de tasa de interés, asociado al temor de materialización de un desliz cambiario con consecuencias inflacionarias, valdría recordar que, en la identificación de diferenciales atractivos, no solo se toma en cuenta su tamaño sino su prima de riesgo implícita.

En ese sentido, es esencial evaluar a México y a su moneda desde un punto relativo, donde otras plazas emergentes en general y en Latam en particular, parecen mostrar mayores riesgos políticos, electorales, de gobernanza y/o fiscales en comparación con México.

Los tres puntos anteriores son útiles al tratar de visualizar un escenario donde el Banxico vea agotado su espacio de restricción monetaria aún cuando la Fed pudiera continuar con su ciclo de alzas. Un eventual desacoplamiento en dicho esfuerzo por parte del Banxico requeriría de un notable esfuerzo en comunicación de su parte. Tal esfuerzo comprendería también el recordatorio de que la autoridad central cuenta con un conjunto de herramientas, adicional a la política monetaria, para coadyuvar en el funcionamiento ordenado de los mercados en caso de ser necesario -incluido el mercado cambiario.

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