Los niveles de inflación ya comienzan a descender en distintas latitudes, tanto en el caso de mercados desarrollados como EU, como en el de los emergentes. En este último caso, algunos países de Latinoamérica parecen llevar algo de ventaja, con descensos tanto en la inflación general como en la subyacente (aquel componente que sustrae los volátiles precios de algunos alimentos y energía). Tal es el caso de Brasil y Chile, donde la inflación anual alcanzó un punto de inflexión hacia la segunda mitad del año pasado y los descensos parecen sostenidos. En el caso de México, el descenso es moderado, la inflación ha caído a niveles de 7.8 por ciento en diciembre desde un pico en 8.7 por ciento en septiembre pasado. La inflación subyacente descendió solo a 8.3 por ciento en diciembre desde 8.5 por ciento en el pico de noviembre. Pero, ¿hacia dónde va la inflación el 2023? A continuación, tres ángulos o reflexiones al tema.
Primero, es difícil no anticipar un descenso en la inflación considerando diversos factores condicionantes de la misma, sobre todo aquellos que llevaron a su fuerte repunte durante buena parte del año pasado. Las cadenas de distribución y logísticas han ido gradualmente mostrando signos de normalización a nivel global. Adicionalmente, en general, la cotización de materias primas clave ha descendido y estabilizado en niveles promedio inferiores a los del año pasado.
Más aún, algunas monedas emergentes han comenzado a mostrar cierta apreciación, lo que también implica fuerzas desinflacionarias. Por último, las cifras de actividad económica muestran señales de desaceleración. Todo lo anterior nos permite suponer que, en ocasiones con retraso de algunos meses, veremos reflejado un descenso en la inflación en los meses siguientes.
Segundo, un ejercicio aritmético nos deja imaginar la zona por la que atravesaría una tendencia descendente en la inflación. Primero, si asumiéramos que durante el 2023 se presentara “la suma de todo lo bueno” y tomáramos los mínimos históricos de las variaciones en inflación mes a mes, tendríamos que la inflación anual cerraría el año en -0.8 por ciento. Por otro lado, si solo hiciéramos el supuesto de que nos espera un “año típico” (definido como las variaciones mensuales promedio de la última década) la inflación concluiría en 3.9 por ciento. Del otro lado, si tuviéramos un año idéntico al anterior, la inflación no descendería de 7.8 por ciento. En lo personal, mis estimaciones arrojan una tasa anual de cierre de 5.2 por ciento, no muy lejos del consenso de analistas en 5 por ciento (encuesta Citibanamex). Es decir, anticipo un escenario que no es un año típico, pero tampoco un clon del año 2022.
Tercero. Vale la pena, sin embargo, preguntarnos hacia dónde va la inflación. Banco de México supone que la inflación convergerá a un nivel dentro del su intervalo de variabilidad de entre 2 por ciento y 4 por ciento en 2024 y al objetivo puntual de 3 por ciento el último trimestre de ese año. Sobra recordar que desde que Banxico persigue un objetivo del 3 por ciento (año 2003), la inflación ha fluctuado alrededor del 4 por ciento y no del 3 por ciento. Por lo pronto, las encuestas apuntan hacia una inflación de largo plazo de 3.7 por ciento (2025-2029). Es decir, todavía otorgando un voto de confianza a Banxico, aunque señalando ausencia de convergencia. Más allá de lo anterior, vale la pena preguntarnos si el mecanismo de formación de precios no ha sido impactado de manera mucho más permanente, promovido por un posible choque en preferencias, costos o de organización industrial a raíz de la pandemia.
Cuarto. Como dije, es fácil anticipar en estos momentos una menor inflación para el presente año. No obstante, ante la experiencia de años previos, los riesgos inflacionarios relevantes para los siguientes doce meses, así como la imposibilidad de anticipar choques internos o externos con potencial disruptivo (cisnes negros), vale la pena mostrarnos humildes y cautelosos. En la siguiente columna, abordaré los que considero son los principales riesgos relevantes para la inflación en particular, y la actividad económica en general para el 2023.
Por lo pronto, ante la expectativa de un proceso de descenso en la inflación, muy pronto la discusión migrará hacia la fecha en que Banxico opte por comenzar una serie de recortes en la tasa de referencia. Una economía en desaceleración podría sumar como determinante de tal proceso.