Entorno Económico

¿Y ahora para dónde los bancos centrales?

El efecto dominó se vuelve el principal factor a evitar, principalmente a través de acciones conjuntas por parte de los reguladores financieros.

A una semana de la intensificación de la volatilidad financiera, lo que lucía como eventos y problemáticas bancarias muy puntuales, se ha convertido en un episodio de magnitud incierta. Si algo nos han enseñado los últimos quince años y sus diversas crisis, es el potencial disruptivo de un ambiente de riesgo cuasisistémico abonado por una crisis de confianza. En un entorno así, los latentes efectos dominó se vuelven el principal factor a acotar o evitar, principalmente a través de acciones conjuntas por parte de reguladores financieros.

Si hemos aprendido algo, los hacedores de política y reguladores buscarán estar sobrados en cuanto al alcance de sus acciones y mecanismos de apoyo, así como contundentes en la señalización de su compromiso con la estabilidad y el funcionamiento ordenado de los mercados financieros. En el camino se generarán efectos colaterales, ineludibles dado el grado de interconexión financiera global, así como también contagios indirectos que ya han afectado a los mercados globales.

El comparativo puntual con eventos tales como la crisis financiera de 2008-09 se vuelven difíciles de plantear en lo particular, pero muy útiles en lo general. Me concentro en algunas de las implicaciones para la futura toma de decisión por parte de los bancos centrales.

Hasta hace pocas semanas, los bancos centrales alrededor del mundo se encontraban enfrascados en una lucha por empujar a la inflación y sus expectativas de vuelta a un sendero de convergencia al objetivo marcado. Su principal dilema lo constituían los altos costos en materia de crecimiento económico, ligados a las astringentes condiciones monetarias. Lo anterior ya se dejaba ver en algunas latitudes en la forma de una gradual desaceleración económica.

Justo previo al estallido de la crisis financiera de hace unos años, algunos bancos centrales se encontraban enfrascados en alzas en sus tasas de referencia (2008) con la intención de controlar las presiones inflacionarias en turno. Con el estallido de la crisis, hacia principios de 2009, muchos de estos bancos tuvieron que pausar sus esfuerzos monetarios, para después comenzar a recortar la tasa de referencia menos de un semestre después.

Hoy en día, una de las grandes preguntas es si los bancos centrales que siguen ajustando sus tasas de referencia al alza, deberían considerar suspender dicho esfuerzo o hasta prepararse para un próximo ciclo de recortes. Lo anterior ante el recrudecimiento de los riesgos sobre el crecimiento económico global. En este caso, los bancos centrales de Latinoamérica se verían mejor posicionados al haber concluido ya su ciclo de alzas (por ejemplo, los bancos centrales de Brasil y Chile) o que ya habrían manifestado su próximo término (como es el caso de los bancos centrales de Colombia y México).

Curiosamente, los potenciales riesgos para estos bancos no apuntan hacia el mismo sentido. Por una parte, un escenario con episodios de aversión al riesgo incrementaría los riesgos de una mayor inflación vía un tipo de cambio debilitado. Por otro lado, los mayores riesgos a la baja sobre la actividad promoverían mejores condiciones para una menor inflación, pero mayores riesgos recesivos.

En mi caso, tiendo a pensar que tales bancos centrales se inclinarán por reforzar su convicción ante un inminente término del esfuerzo de restricción monetaria y se prepararán para comenzar a bajar las tasas de interés este mismo año -quizás más cerca de lo esperado.

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