Según las cifras más recientes, la inflación anual en México se encuentra ya por debajo de lo registrado hace un año. Esto al comparar un ritmo de crecimiento anual en precios de 5.84 por ciento registrado en mayo del presente año con el mismo mes del año anterior, 7.65 por ciento. Lo anterior parece confirmar que el pico de la joroba inflacionaria fue alcanzado en el otoño de 2022 y que los niveles de inflación ya son similares a los de mayo de 2021, 5.89 por ciento, cuando las presiones sobre precios comenzaban a acelerar a nivel mundial. ¿Significa lo anterior que se ha alcanzado una victoria contra la inflación o que tal victoria se encuentra asegurada? Para contestar tal pregunta quizás habría que ponerse en los zapatos de los distintos agentes económicos. A continuación, cuatro breves reflexiones.
Para el Banco de México, creo que podría decirse que una ‘victoria’ podría materializarse si la inflación describiera una trayectoria similar a la anticipada por el Banco Central. En ésta, se espera que la inflación anual converja a su objetivo de ley (3 por ciento) hacia el cierre de 2024. En este sentido, la victoria todavía no se ha consolidado, pero puede ser monitoreada mes a mes y trimestre a trimestre al contrastar el comportamiento observado de los precios al consumidor con las proyecciones trimestrales de Banxico.
Lo que sí se puede inferir es que al poner un alto a las alzas en la tasa de interés de referencia (18 de mayo) y mantener tal tasa sin cambio por un periodo solamente conocido por Banxico, la institución central anticipa que la ‘victoria’ sea alcanzable. Vale la pena también reflexionar si la ‘victoria’ de Banxico estaría completa sólo con observar que la inflación anual se acerque a 3 por ciento o si también debiésemos ver consolidarse un patrón de comportamiento futuro alrededor de tal objetivo. Así, la ‘victoria’ de Banxico no sería clara en un horizonte de uno o dos años.
Para los mercados financieros, la ‘victoria’ frente a la inflación se vuelve algo mucho menos determinista en su evaluación. Desde varios ángulos, la victoria podría ser la materialización de la expectativa de inflación y tasa de fondeo implícita en las curvas de rendimiento tanto como la realización de una visión distinta expresada en una estrategia individual o composición de portafolio. En este ámbito, la victoria parece tener la capacidad de adquirir varias caras y ser dependiente de posicionamientos individuales.
Para los empresarios, el reconocimiento gradual de las menores presiones en costos de producción, que ya acumulan varios meses, abre el espacio a menores revisiones al alza en los precios finales. Este contexto ya no es el mismo que el de hace un año o dos, donde las presiones generalizadas (y mundiales) en costos de insumos justificaban incrementos sostenidos en los precios al consumidor. En este punto se podría argumentar que la victoria de los productores podría juzgarse a partir de la capacidad o espacio que hayan tenido para mantener sus márgenes de ganancia, sujeto a la restricción de defender su participación de mercado. Desde este lente, los grados de victoria podrían ser muy variados.
En el caso del público en general, quizá podría hablarse de dos tipos de ‘victoria’. La primera, una subjetiva, sería el ver confirmada y extendida una desaceleración en la pérdida del poder adquisitivo asociado a un menor ritmo de revisión al alza en los precios de bienes y servicios. La segunda, el observar una recuperación en el poder de compra en los siguientes meses. Esto parece más difícil de materializarse pues requeriría de un proceso deflacionario (decremento sostenido y generalizado en precios) que nadie anticipa. Desde luego, podría argumentarse que tal recuperación podría venir de las revisiones salariales, pero ese ya es un tema con sus propias aristas dignas de dedicarles una próxima entrega.
No perdamos de vista la trayectoria futura de los precios al consumidor y menos los claroscuros de su evaluación respecto a los impactos relativos que cada agente económico podría experimentar. En algunos casos, la ‘victoria’ podría tomar más tiempo en consolidarse y en otros tal ‘victoria’ tendría que ser alcanzada y mantenida por un periodo indefinido antes de ser juzgada como tal.