No hace ni una semana, Banxico optó por mantener la tasa de referencia de política monetaria sin cambio. No obstante, hubo al menos un cambio sustancial: se optó por modificar las proyecciones de inflación hacia adelante. De tal forma que ya no se espera que la inflación converja a su meta del 3 por ciento en el cuarto trimestre de 2024, sino hasta el segundo trimestre del 2025. Más aún, con todo y la modificación al alza de la trayectoria esperada para la inflación, se reiteró que el balance de riesgos se mantiene con sesgo al alza. Es cierto que el mejor desempeño económico a nivel local y las presiones al alza en la cotización de los energéticos a nivel internacional hacen comprensible la modificación. No obstante, resulta sorprendente la ausencia de mención a la previsión de una política fiscal expansiva para el siguiente año. A continuación, mis reflexiones sobre los posibles motivos que llevaron a Banxico a ignorar tal posible entorno.
Primero, es posible que la Junta de Gobierno haya considerado que el Proyecto Económico para 2024 es todavía una versión susceptible de ser modificada en comisiones del Congreso de aquí y hasta su aprobación. En tal sentido, quizá se consideró precipitado asumir que tal proyecto se mantendría sin cambio e incorporar directamente sus implicaciones sobre los nuevos pronósticos de inflación. No obstante, de ninguna forma habría resultado polémico el incluir tal referencia como un nuevo riesgo al alza para la inflación, de la misma forma en que en el nuevo comunicado se agregó la resiliencia económica como nuevo riesgo inflacionario que pudiera llevar a un descenso más gradual en la inflación.
En segundo término, cabría considerar la posibilidad de que los nuevos pronósticos de inflación (más altos) habrían ya incorporado el escenario fiscal expansivo, al menos parcialmente. Dentro de esta posibilidad, la referencia a que los nuevos pronósticos de inflación general y subyacente incorporan “toda la información disponible” podría fungir como un guiño hacia los efectos asociados a una política fiscal laxa. Sin embargo, tal posibilidad entrañaría más de una complicación. ¿Qué pasará cuando se tenga un Paquete Fiscal aprobado? ¿Optará Banxico por explicitar que ya se habría considerado parte del efecto en el pronóstico de inflación vigente (sin haberlo comunicado desde inicios de septiembre)?
Una tercera posibilidad, quizás por ser revelada el próximo 12 de octubre en las minutas de la reunión de política monetaria del 28 de septiembre, pudiera ser que la omisión del riesgo fiscal pudo haber sido el resultado de un acuerdo apoyado por la mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno. En este escenario, me atrevería a suponer que al menos un miembro habría sugerido incluir tal factor fiscal como nuevo riesgo inflacionario con sesgo al alza. Me resulta difícil entender qué línea argumentativa habría prevalecido de forma que se optara por ignorar los recientes eventos en materia de Paquete Fiscal 2024.
Finalmente, cuando sea que aparezcan las consideraciones fiscales en el escenario de Banxico, será difícil verlas desaparecer en pocos meses. Lo anterior debido a que tendrán que pasar varios meses antes de observar la implementación y ejecución de los nuevos niveles de gasto público, lo cual se podría superponer con los esfuerzos de transición de Gobierno en 2024 y el surgimiento de las nuevas prioridades fiscales del gobierno entrante.
Joel Virgen es analista económico del sector financiero con sede en Nueva York, EU. Sus opiniones no necesariamente representan las de una institución financiera en particular.
Twitter: @joelvirgen