Entorno Económico

Abanico de riesgos globales 2024

El 2023 ha sido un año de luces y sombras, donde los riesgos recesivos han ido cediendo ante una demanda mucho más resiliente de lo que esperábamos hace un año y, en contraste, hemos visto recrudecerse algunas tensiones geopolíticas.

Seamos sinceros. En el marco económico, el año 2023 no nos ha traído un balance de riesgos del todo negativo. Ha sido un año de luces y sombras, donde los riesgos recesivos han ido cediendo ante una demanda mucho más resiliente de lo que esperábamos hace un año y, en contraste, hemos visto recrudecerse algunas tensiones geopolíticas. En tanto, el crecimiento de los precios al consumidor parece desacelerarse a distintos ritmos alrededor del mundo, a lo cual, los bancos centrales han respondido con recortes en las tasas de interés de referencia en pocas latitudes, mientras que en otras prometen mantener las condiciones monetarias astringentes por un periodo prolongado. En este marco, vale la pena mantener la mente abierta en la evaluación de riesgos para el 2024.

En primer lugar, sería ocioso tratar de proponer algunos de los posibles cisnes negros que pudieran materializarse el año siguiente. Lo anterior debido a que dichos eventos con enorme potencial disruptivo son, por definición, de muy baja probabilidad y en muchas ocasiones imposibles de pronosticar. Sin embargo, sí es posible reconocer que un evento de esa naturaleza esta vez encontraría un mundo con una demanda en buen estado y con espacio de relajamiento monetario casi sin precedentes recientes. No sería el caso de la política fiscal que, en general, requiere de una consolidación en el mejor de los casos y de una reforma fiscal integral en el peor de ellos.

En segundo lugar, no hay que hacer un esfuerzo de imaginación excepcional para identificar algunos riesgos clave para el 2024. En el ámbito externo, mencionaría la posibilidad de que las tasas de interés tuvieran que mantenerse altas por un periodo más prolongado de lo que se anticipa en economías desarrolladas y emergentes. Tal circunstancia posiblemente se ligaría a un escenario donde la inflación mostrara una mayor resistencia a la baja respecto a lo esperado, lo que a su vez acrecentaría los riesgos recesivos hacia la segunda mitad del 2024 o hacia el 2025.

En el mismo tenor, recordaría que el año próximo se llevarán a cabo una cantidad récord de procesos electorales a nivel global. En este entorno, destacaría la carrera presidencial en EUA, la que posiblemente podría volver a detonar o exacerbar los riesgos de un mayor proteccionismo comercial a nivel global, acompañado por un empuje adicional a la regionalización o al aislacionismo. En este mismo contexto, no se podría descartar el incremento en el riesgo de mayores fricciones diplomáticas y económicas entre EUA y el resto del mundo -riesgo especialmente relevante a partir del 2025.

En una esfera más global, no habría que desestimar las latentes tensiones geopolíticas y territoriales con epicentro en Medio Oriente, Ucrania y Taiwán, por mencionar algunos. En especial, el riesgo está en normalizar tales tensiones y no tener en mente un escenario de deterioro súbito y sorpresivo. En otro entorno, los riesgos relacionados con desastres naturales también son dignos de tomar en cuenta. Su potencial poder disruptivo, en un mundo azotado recientemente por todo tipo de choques de oferta, tampoco debería de ser pasado por alto.

Por último, es justo decir que riesgo no es sinónimo de escenario adverso. Hay también varias cosas que pueden salir bien. Por ejemplo, las economías podrían extender su resiliencia hacia 2024 y conjurar del todo los escenarios recesivos. Es decir, un escenario de desaceleración gradual y ordenada de las economías en un ambiente de descenso en inflación y gradual relajamiento en las condiciones monetarias globales no es algo descabellado.

Dicen que los economistas no somos muy buenos pronosticando, y quizás tienen razón. No obstante, una actitud abierta y humilde ante el futuro podría ser constructiva y llamar a la planeación y mejor gestión de riesgos a nivel familia, empresa y gobierno.

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