Es de subrayar lo popular de una pregunta reciente entre los participantes en los mercados financieros locales: ¿cómo es que la tasa de interés de referencia a nivel local ha comenzado a reducirse y el peso mexicano se mantiene fuerte frente al dólar? El cuestionamiento se enmarca en un aparente desconcierto ante un entorno caracterizado por la fortaleza del peso mexicano frente al dólar y el hecho de que Banco de México ya ha iniciado un ciclo de reducción de la tasa de interés. La aparente desconexión solo se magnifica al tomar en cuenta que la Reserva Federal no ha comenzado su ciclo de reducción de tasa de política monetaria, lo que implica un estrechamiento del diferencial de tasas entre México y EU. Mi punto es que a pesar de que lo parezca, el entorno descrito no es contradictorio. A este respecto, vienen al caso tres consideraciones.
Primero, no tendría que causarnos sorpresa o desconcierto que las acciones recientes de Banxico (reducción de la tasa de interés a un día) no han sido congruentes o en respuesta a un movimiento similar por parte de la Reserva Federal de EU. Es importante tomar en cuenta que, los grados de restricción monetaria no son similares ni las fases de los ciclos económicos de ambas economías. Más aún, si bien la política monetaria externa es un elemento en la función de reacción de Banxico, no es el único. Así, las decisiones del Banco de México toman en cuenta un conjunto o grupo de elementos y terminan respondiendo a una conclusión o consideración general.
Segundo, el diferencial de tasas de interés entre México y EU no es el único existente. Los valores de renta fija mexicanos forman parte de un abanico de valores similares emitidos por mercados emergentes, los cuales son evaluados por los inversionistas internacionales en la conformación de portafolios diversificados. En un contexto así, la tasa de interés real ofrecida por los valores mexicanos, a pesar de haber comenzado su descenso, no es la única en consideración. En realidad, los inversionistas globales evalúan un conjunto de mercados y responden al atractivo relativo. Desde esta perspectiva, si bien Banxico ha comenzado su ciclo de recortes en tasa, hay otros bancos centrales en mercados emergentes que ya llevan la delantera en el descenso de tales, lo cual ha mantenido o hasta aumentado en el margen el atractivo relativo de la tasa real local.
Por ejemplo, todavía el verano pasado, los bancos centrales de Brasil, Chile y Colombia mantenían tasas nominales y reales excepcionalmente altas. En específico, las tasas de referencia de dichos bancos centrales eran ligeramente superiores a 9.0 por ciento, 7.5 por ciento y 7.0 por ciento, en el mismo orden, al tiempo que la local (México) era poco menos de 7.0 por ciento. Dado que los tres bancos centrales mencionados comenzaron sus recortes antes que Banxico, hoy dichos niveles reales se han reducido sustancialmente (a cerca de 7.0 por ciento, 4.5 por ciento y 7.7 por ciento para Brasil, Chile y Colombia), al tiempo que la de México acaba de ser reducida de 7.0 por ciento a 6.7 por ciento.
Tercero, y asociado con lo anterior, es claro que los bancos centrales de Brasil y Chile han llevado a cabo un ciclo de recortes más agresivo (y posiblemente este siga siendo el caso), en comparación con Banxico, que parece tener un ciclo de recortes muy gradual como plan de vuelo. Es decir, se anticipa que en los siguientes meses las tasas reales de otros valores que compiten con los mexicanos en los mercados de renta fija internacionales se ubiquen por debajo de los locales, reduciendo de manera más acelerada sus diferenciales con respecto a la tasa determinada por la Reserva Federal en comparación con el de México.
Finalmente, si bien lo relevante es el atractivo relativo de las tasas reales locales respecto de otras externas, y no solo las locales per sé, no es el único factor que afecta la perspectiva de tipo de cambio del peso frente al dólar. Hacia delante, se vuelve cada vez más relevante el grado de apreciación real del peso frente al dólar y su posicionamiento. Considerando todo lo anterior, no nos debería sorprender un menor espacio para el fortalecimiento del peso mexicano, o hasta quizás observar una depreciación gradual hacia delante.