Por lo pronto no parece que las cifras de precios para la primera mitad de abril consoliden una tendencia clara. Lo más probable es que la inflación general repunte ligeramente y se ubique de nuevo por encima del intervalo de variabilidad establecido por Banxico y la subyacente continúe mostrando una clara renuencia a descender desde los niveles de 3.5-3.7 por ciento. A continuación, tres reflexiones sobre a dónde creo va la inflación en el corto, mediano y largo plazo.
En el corto plazo, creo que será muy difícil ver una tendencia clara de descenso en la inflación anual. Lo anterior es especialmente relevante para el conjunto de precios de bienes y servicios con un comportamiento menos volátil, agrupados en el componente subyacente. La dinámica reciente del grupo de mercancías y servicios no parece sugerir un relajamiento en su ritmo de crecimiento tal que se pueda vislumbrar una convergencia hacia la meta de 3 por ciento, al menos no pronto.
Banxico no es tampoco muy optimista en lo que respecta al componente no subyacente. Ya hace algunas semanas advirtió que algunos de los elementos que habían favorecido niveles más bajos de inflación anual han comenzado a revertirse. Más aún, el Banco Central considera que el balance de riesgos sobre la inflación continúa sesgado al alza.
Para el mediano plazo, las fuerzas económicas podrían ser un factor clave en el descenso de la inflación tanto subyacente como no subyacente. De materializarse la desaceleración económica ya ampliamente anticipada para México tanto por la autoridad hacendaria como por analistas y organismos internacionales, una mayor holgura económica no solo atemperaría cualquier eventual nuevo choque en precios sino que podría preparar la mesa para un clima de menores presiones inflacionarias.
También para el mediano plazo, la probabilidad de un menor incremento estacional en algunos productos del grupo de frutas y verduras podría también contribuir a una moderación. Lo anterior es especialmente relevante de materializarse un escenario donde una fracción del aguacate de exportación llegará a ser colocado en el mercado local ante una eventual reactivación de la investigación antidumping contra el producto Mexicano en EUA posterior a la primer semana de mayo.
En el largo plazo, no hay nada en la historia reciente o en las características del proceso de formación de precios en México que parezca sugerir que la inflación encontrará en el objetivo de 3 por ciento su referencia central. Cabe recordar que desde que se tiene como objetivo un 3 por ciento de inflación (2003), el componente general ha promediado cerca de 4.3 por ciento y el subyacente 3.7 por ciento.
Lo anterior no querría decir que alcanzar el 3 por ciento en algún punto de 2020 sea imposible, al contrario, creo que éste podría ser el caso. Sin embargo, esto se llevaría a cabo bajo condiciones muy específicas donde destacarían supuestos clave como una creciente debilidad económica, el mantenimiento de condiciones monetarias restrictivas por buena parte de 2019 y la ausencia de nuevos choques cambiarios.
Lo que se torna más aventurado suponer es que la dinámica de la inflación encontrará en el 3 por ciento su nivel gravitacional de largo plazo. Realmente no lo sabemos, al menos la evidencia histórica no apunta hacia allá. Por lo pronto, la expectativa del consenso de analistas mantiene un estimado de largo plazo en 3.5 por ciento -claramente por debajo de la media histórica pero superior al 3 por ciento.